Esta semana de vacaciones prometía, así que aquí estaba la
segunda ruta antes de que las lluvias arruinasen lo que queda de semana y por
tanto la tercera ruta prevista, pero de momento vamos a la que nos ocupa.
Salimos de casa hacia el embalse de Sitjar, junto a
Ribesalbes, lugar donde montaremos el campamento y Teba me esperará enfrascada
en sus estudios y algún paseo junto al embalse mientras yo pedaleo las
montañas. Llegando desde Onda bordeamos la parte sureste del embalse hasta
llegar al área de recreo, cosa que me sirve para descartar, como tenía previsto
en un principio, darle la vuelta al pantano ya que incluso en algunos tramos
este se pierde de vista tras la densa pinada que cubre casi todo el perímetro
del mismo.
Poco antes de las 10 de la mañana me pongo a pedalear
siguiendo la carretera que acabo de dejar en dirección al pueblo de Ribesalbes.
Antes del pueblo una bonita subida que me deja bonitas vistas del embalse,
vistas que volveré a disfrutar al final de la ruta descendiendo este camino
hacia el campamento. Arriba de la cuesta una urbanizada zona industrial le come
terreno al monte aunque la crisis le ha parado los pies de momento, pero el
melón ya está abierto y el diploma de pelotazo inmobiliario lo tendrá alguien
enmarcado y colgado de la pared. Cruzo el pueblo sin detenerme en este primer
paso, ya lo haré después. Cruzo el puente sobre el río Mijares y continúo por
la carretera hasta encontrar, a la derecha, las indicaciones del camí de
Fanzara, este me vuelve a hacer cruzar el río y llegar a una pequeña central
eléctrica. Sigo la señal que hay de frente y el camino se estrecha y empina. El
asfalto pasa a ser un camino de cemento y alguna rampa más exigente se asoma
frente a mí. Concluida la subida junto a una explanada de tierra, es momento de
quitarse la camiseta de manga larga y darse un respiro ante la sofoquina que
estoy cogiendo. Una nueva vuelta de tuerca lleva al camino a convertirse en
senda.
Al poco esta empieza a presentar escalones de piedra y pasos estrechos
que obligan a bajarse de la bici y continuar a pie. Será poco más de 1Km. pero
es la forma de ahorrase los 15Km. por carretera llegando casi hasta Onda y
volviendo luego hasta la carretera a la que voy a llegar por aquí. En cambio este
tramo andando me permite vistas sobre el río Mijares encañonado entre las
laderas de las montañas y formando meandros hasta embalsarse en Ribesalbes.
También me dejará la postal del día.
Tras esta inesperada y alegre visita sigo
“bikendando” más contento que unas castañuelas. Al final de la senda aparece el
canal de la cota 220, remonto esta corriente de agua y luego tomo el camino a
la derecha siguiendo el camino principal.
Tramo junto a campos de cultivo y con
el pueblo de Fanzara asomando entre la vegetación. La senda de Ribesalbes surge
a mi derecha y se adentra en la montaña, no la seguiré y en su lugar me adentraré
en el pueblo.
Me da la bienvenida el lavadero. Bonito, cuidado, coqueto y
decorado. A lo largo del pueblo encuentro pinturas y grafitis decorando las
fachadas de las casas. Al fin veo en qué consiste esto del MIAU: http://miau32.wix.com/miaufanzara-2016
Cruzo el pueblo con calma y disfrutando de algunas de las
obras que voy encontrando. Ya saliendo encuentro, situada en lo alto de un
cerro, la ermita del santo sepulcro, no queda lejos pero voy más justo de
tiempo de lo que pensaba y aún tengo que parar a almorzar, así que dejo la
visita, le hago una foto desde el camino y sigo adelante. Enlazo con la
carretera CV-194, culminando así el tramo que me he ahorrado de carretera, esta
apenas tiene tráfico. Tramo sin dificultad y sin más mérito que poder ganarle
algunos segundos al tiempo que ya corre en mi contra. Paso junto al pequeño
embalse de Vallat, que aprovecha las aguas del Mijares para la producción de
energía hidroeléctrica.
Este río Mijares no es el mismo Mijares de Buñol: http://bikepedalvalencia.blogspot.com.es/2013/05/las-moratillas-fresnal-rio-mijares.html aquel nace en la sierra de Malacara y es un
pequeño río afluente del río Magro, a su vez afluente del Júcar.
Sigo hasta llegar a Vallat. Justo a la entrada el lavadero a
mano izquierda, qué digo, el doble lavadero. A la derecha de la carretera la
fuente…. Por cual me decanto como lugar para almorzar? Pues eso, al lavadero
que voy. El rumor del agua corriendo, la sombra fresquita, la cerveza no tanto
y el bocata de jamón con tomate y aceite son una combinación que deja pocas
ganas para seguir pedaleando, lo que apetece es calzarse el bocata y dormir una
siesta junto al chapoteo hipnótico y el ruido del agua corriendo. Pero no, hay
que seguir adelante con ganas y con la fuerza extra que brinda el bocata.
Terminado el rato de relax cruzo la carretera y tomo el camino justo enfrente
en fuerte desnivel. Es una subida corta pero intensa. Ya arriba afloja y sigue
junto a un campo de naranjos. Más allá de ellos el camino se abre al valle del
río Villahermosa afluente del Mijares poco antes de llegar a Vallat.
Desde aquí
no se aprecia el lugar donde se unen ambos ríos pero se intuye allá abajo poco
después del puente y con el pueblo de Espadilla como testigo de excepción para
firmar el encuentro de las dos corrientes que traen sus aguas desde las sierras
del Penyagolosa y Valdelinares. El camino entra en terreno más agreste, de
momento sigue el asfalto pero poco después de llegar a lo que parece una cuadra
se torna camino de tierra, aunque sin ninguna dificultad. Recorro este tramo
metido en el valle del río hasta iniciar la bajada hacia Argelita. Allí cruzo
el río por un pequeño puente a ras de la corriente.
Desde aquí tengo una
magnífica panorámica del pueblo que me brinda todos sus monumentos de una sola
vez, casi me puedo ahorrar la visita. Justo al cruzar el río, junto al frontón
y bajo unos enormes árboles, encuentro un antiguo lavadero que se está dejando
perder sin ningún tipo de mantenimiento. Está tan cerca del río que es muy
posible que ante crecidas quede anegado y lleno de tierra y piedras una y otra
vez.
La subida al pueblo me lleva al encuentro del lavadero “oficial”, este sí
que está cuidado, rehabilitado y limpio. Justo debajo de la torre cuadrada.
Otra pequeña rampa y llego a la plaza. Las dos torres almenadas y el campanario
rivalizan en altura y grandiosidad. Es un conjunto perfectamente equilibrado,
una clase de geometría viva y otra de historia en el mismo sitio. Las dos
torres son los únicos restos que quedan del palacio de Zeyt Abu Zeyt, son de
origen islámico y datan del siglo XIII. Viendo cómo han llegado hasta nuestros
días cuesta creer que la ciudad de las ciencias de Valencia se esté
desmoronando.
Paseo un poco por esta plaza para observarla y vivirla desde
todos los rincones y llevarme así algunas imágenes en la memoria, la digital
también. Luego cruzo el pueblo buscando una nueva panorámica de las torres que
no lograré.
Llego a la carretera y giro a la derecha volviendo a pasar junto al
conjunto histórico. Salgo del pueblo y empiezo a fijarme en la montaña a mi
derecha, al otro lado del río y voy siguiendo con la vista el camino que sube y
que pronto estaré subiendo. A no tardar llego al puente, lo cruzo y la
carretera comienza a empinarse. Esta misma carretera que venía siguiendo desde
Fanzara, se bifurca antes del puente, ahora
al cruzar aún tiene menos tráfico conforme se adentra en las montañas
hacia Lucena del Cid. Me esperan por delante 8Km. de continua subida al 6.5% de
media.
Una subida casi constante sin más desniveles ni descansillos que los que
invente yo para ir haciendo fotos y disfrutar del paisaje, que en definitiva a
eso he venido. Pongo una marcha de “seda” y subo sin esfuerzo, más pendiente de
encontrar una buena panorámica sobre el pueblo que de la dificultad que supone
la subida. Subo además amparado del sol por las nubes que van creciendo
conforme avanza el día, tanto que casi a punto de coronar alguna gotita me
dejará pensando que llegaré al coche mojado. A mitad de la subida un giro de
180 grados me hace adentrarme en la montaña cambiando por completo el paisaje.
Este es más agreste, más salvaje.
Las pinadas dejan paso a una vegetación rala,
de arbustos y pocos árboles y un paisaje más cerrado.
Aunque ya casi a punto de
coronar la silueta del Penyagolosa irrumpe por sorpresa en todo el horizonte
visual. Será solo un momento, luego las laderas próximas vuelven a cobrar
protagonismo. Enseguida un camino de tierra a la derecha en giro de 180 grados.
Dejo la carretera y tomo el camino que me lleva hacia Ribesalbes. Antes una
desvío a la izquierda y subo a coronar esta montaña. Llego hasta el puesto de
vigilancia forestal del Cabeço Blanc. Allí, a 785 metros de altitud encuentro el
V.G. y unas magníficas vistas sobre el embalse de Sitjar al sur y el
Penyagolosa al norte.
Foto conmemorativa para “compartir” con los compañeros,
jeje, y a seguir. Solo queda bajar, pero antes me tomo una pausa y respiro en
este lugar en conexión con la naturaleza más primaria: inspiro… exhalo, una,
dos, tres veces, Ahhhhh!!!
Ahora ya puedo seguir. Primer tramo de bajada hasta enlazar
con el camino, rápido… después, una vez en el camino principal, ya a la
izquierda, más rápido aún. La bajada es una gozada. Tramos muy rápidos por un
camino ancho y sin dificultades, con algún que otro tobogán y curvas amplias
que permiten dejarse llevar. Hay poco margen para decirle a la bici que no se
deje llevar, así que la sigo y ella va trazando casi más que yo el camino. Aquí
ya empiezo a escribir mentalmente la ruta, ¿cómo describo esta bajada de la que
tanto estoy disfrutando? ¿y la subida de antes? ¿y aquel tramo…? Y entonces
viene a mi cabeza otra canción del último disco de Love of Lesbiasn que tanto
estoy escuchando estos días, vaya gozada de disco, de tema y de colaboración
con Don Joan Manuel Serrat, pero antes de que llegue “JoanMa” canta el bueno de
Santi:
Por eso, estoy por aquí otra
vez
Rebuscando en mi almacén esa palabra cónsul de
mi timidez
Ojalá encuentre la forma, más me vale, tengo un
tema que acabar
Si no aparece nunca o entiendo que no di con la
palabra justa
Y cuando al fin la encuentro
Llega aquel mar de dudas
Si cuando me decido tú me detienes
Siempre
Me aprietas justo aquí
Dices no, mi leal traidora inspiración…
Los pelos como escarpias y la cantinela saliendo a todo pulmón
de mi boca aunque cante, como me dice Teba, mal, muy mal, aquí no hay nadie que me pueda oír
o en su caso me voy a alejar muy rápido mientras la bici dibuja el camino a más
de 50 por hora. Son casi 12 Km. de bajada, pero la salsa de verdad está en los
primeros 4 Km. Luego un descansillo y vuelve a descender el camino, que ya
hacia el final pasa por zonas algo urbanizadas que restan emoción y paisaje y
hace presagiar que se puede cruzar algún coche, perro o alguien que salga de un
chalet. En fin, que la emoción decae. Pero ya ha estado bien.
Salgo a la
carretera y enseguida un camino a la derecha para llegar a la ermita del
Calvario. Preciosa ermita en lo alto del pueblo y desde la que bajaré por el
calvario hasta encontrar el lavadero de Ribesalbes.
Callejeo pasando por la
rambla para ver el acueducto y desde allí al parque junto al río que ya es
embalse, tomar la carretera por la que bajé hace unas horas, remontar y llegar
al P.I. Desde allí ya es todo para abajo.
Ahora el paisaje me brinda una vista
mucho más clara que esta mañana y no puedo dejar de parar para repetir la foto.
Aunque me digo que esta es la última parada, pues ya oigo la llamada de la
cerveza fresquita que me espera en el campamento junto a la orilla del embalse
donde hemos puesto las sillas a la sombra de la pinada. Llego allí en un salto
y al frenar las palabras me atropellan, los recuerdos, las sensaciones, las
vistas, los paisajes. ¿Qué pongo? ¿qué descarto en la crónica mi leal traidora
inspiración? Dejaré que las cervezas marquen los tiempos y yo los seguiré.
Track de la ruta: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=13656472