jueves, 31 de mayo de 2012

Riba Roja-Molinos Paterna-Quart-Manises


Trabajando en el hotel de Paterna, cayó un día en mis manos un tríptico de los molinos de Paterna. Las pocas fotos que había en él llamaron tanto mi atención que me decidí a hacer una ruta por la zona y buscarlos. Así que fui diseñando una ruta por los molinos y de paso adentrarme en el pueblo para llegar hasta la torre, que no visitaba desde pequeño y de la que apenas guardaba algún recuerdo. Con la ruta casi terminada va y encuentro la más que recomendable página de bicitarianos donde hace un recorrido por muchos molinos de la zona de l’horta nord: http://bicitarianos.blogspot.com.es/2012/03/ruta-de-los-molinos.html y l’horta nord-sud http://bicitarianos.blogspot.com.es/2012/05/ruta-de-los-molinos-ii-horta-nord_21.html
Así que tomando estas entradas como referencia de que son los molinos que quería visitar, y con las indicaciones GPS, me lanzo a la aventura. Vamos a ello.
Salgo de casa para bajar al río e ir hasta Masía de Traver, este tramo por más que conocido, no me extenderé en explicaciones, solo hay que seguir el curso del río por el camino del parc fluvial del Turia, nunca me deja indiferente. Las imágenes que ofrece el río no dejan de asombrarme y maravillarme. Dejo atrás el sendero ecuestre que cruza el río en Traver y enseguida giro a la izquierda para subir hacia L’Eliana. En la rotonda tomo la calle que sale de frente en giro a la derecha y me interno en la urbanización. No sabría decir donde empieza una y termina la otra, así que no lo intentaré. Continúo recto pasando entre chalets que despiertan mi sana envidia ya que a estas horas respiran tranquilidad y no el bullicio y el tráfico de la ciudad. Hay que estar atento a la bajada hacia el barranco por una calle señalizada como “sin salida”, pero al fondo hay una pasarela que cruza el barranco y va a la parada de metro de Montesol. Giro a la derecha y sigo la calle pegada al Arroyo de la Granolera después que este cruza L’Eliana. Este camino me lleva a cruzar las vías del metro por un paso inferior y me adentra aún más en el corazón de las urbanizaciones. Mi intención era llegar al pequeño bosque que hay en Montesol cerca de las pistas de tenis y atravesar este pequeño e idílico parque. Pero el laberinto de calles no me conduce hacia donde yo quiero y no tengo ganas de dar marcha atrás para unos pocos metros, así que sigo hasta la carretera y la continúo unos metros para enlazar con la entrada hacia la Vallesa. La parte que le ganó la urbanización al bosque sigue parada, las parcelas por urbanizar y las calles asfaltadas… pero con las vallas por el medio, si al menos adecentaran la zona y se pudiera pasear tranquilamente… Pronto empiezo a recorrer sendas que se adentran entre los pinos ya calientes del sol de la mañana. Aquí su aroma no embriaga pues están cubiertos de polvo de las obras de la urbanización. Pero poco a poco empiezan a cerrarse en una galería vegetal que me seduce cada vez que visito este pequeño y frágil mundo vegetal. Serpenteo entre árboles, todos iguales, todos diferentes. Llego a la estación de metro de Entrepins y me pego al camino junto a las casas, encima tengo la línea de alta tensión. Giro a la derecha para volver a adentrarme entre los árboles, por una senda espectacular y algo técnica, pero sin dificultades. Otro giro a la derecha me hará pasar junto a un chalet en el barranc Fondo. Remonto un pequeño repecho y llego a un cruce de caminos en medio del bosque. Recto pasa por la casa aquella con el espectacular portalón de hierro forjado, a la derecha vuelve hacia Entrepins, y a la izquierda se adentra hacia la urbanización Cumbres de San Antonio. Espero encontrar por aquí un camino que me lleve hasta la zona aquella de sendas espectaculares y evitarme el bacheado camino que sigue recto. Voy a probar. Por desgracia me paso el camino que sale a la derecha y tengo que seguir un poco más adelante para poder hacer el giro. Llego a la senda pero me he perdido un poquito de ella. A estas alturas de primavera esperaba la vegetación más alta y cerrando más el paso, pero por lo visto el tránsito es intenso y los hierbajos se mantienen a raya. Es un tramo muy cortito pero que destila intensidad. Lo disfruto enormemente ya que hacía mucho tiempo que no pasaba por aquí. Llego hasta la carretera de Paterna pero no tengo que llegar a tocarla pues un camino paralelo a ella llega hasta la calle que tomaré a la derecha para internarme en la urbanización El Plantío. No hay pérdida, pues otra línea de alta tensión cubre mi cabeza. Remonto la urbanización y luego “des-remonto”, o bajo hacia las vías. Giro a la izquierda y hago un tramo de camino bastante bacheado hasta llegar al asfalto que llega hasta La Cañada. Junto al centro de salud hay una pinada y un parque que recorro con calma para disfrutarlo. Este será el lugar elegido para almorzar. Aún es un poco pronto pero una vez en Paterna no encontraré un lugar similar. Rápidamente me rodean las palomas, acostumbradas a ser alimentadas por los paseantes han perdido todo el miedo. Tanto es así que un gran macho persigue incansable a una pequeña paloma a la que duplica en tamaño, adivino sus intenciones… y la paloma las mías de no darle de comer, por lo que se aleja llevando tras de sí al palomo. Doy cuenta de la cerveza y el bocata y me pongo otra vez en marcha llegando hasta las vías. Al otro lado las casas tipo colonial se suceden entre chalets de nueva construcción y otros más modestos. A este lado también hay algunas casonas imponentes. Llego al paso a nivel y cruzo las vías para ir por el carril bici. Acabada la urbanización el carril continúa unos metros hasta llegar al puente sobre la A7. Aquí el carril bici desaparece y no tienes más remedio que ir a parar a la carretera. Apenas faltan unos metros para unirlo con el carril que comienza al otro lado del puente, pero esos pocos metros demuestran la enorme falta de voluntad de los políticos por poner en marcha estos espacios para la seguridad de todos, no solo de los ciclistas. Ahora en el P.I. Fuente del Jarro el carril sigue paralelo a la vía. Luego la cruza por un paso inferior y vuelve a pegarse a ella, y así sigue hasta la parada de Santa Rita. La parte nueva de Paterna está todavía a medio edificar, y más adelante, hasta el campo municipal también, pero poco a poco se va agrandando el pueblo. Junto a la estación giro a la derecha pasando sobre las vías una vez más, como si fuera a Manises, y enseguida llego al primer molino. Asentados sobre la acequia de Moncada tres molinos se apiñan formando un conjunto. 
El primero y más grande es el molino de Martinet. La vegetación descontrolada que crece a la vera de la humedad procedente de las acequias tiene ahogado este edificio que se encuentra en estado de semi abandono. Pintadas en la fachada y escombros bajo los enormes árboles que custodian la puerta de entrada y que tapan el letrero, en azulejos, que corona el edificio. Tras él unos silos de grano y una antigua torre permanecen en pie. Recorro la fachada oeste hasta la misma acequia pero no tengo posibilidad de observar el canal de entrada, así que vuelvo al camino, a la izquierda, y ya tengo de frente el molino del Testar. 
El caz de salida del molino es simplemente espectacular. Lo observo desde un pequeño puente que crea la pared invisible de este cuadrado, las otras tres paredes se elevan hasta los tres pisos de altura y embalsan las aguas que salen a presión bajo los cuatro arcos que forman el canal de salida de La Real Acequia de Moncada. Por un momento, viendo esas aguas te sientes transportado a otro lugar, a otro tiempo, no puede ser que tengamos esta joya aquí al lado de casa y no sepamos de su existencia. Ya habíamos pasado todo el grupo de Roda i Pedal por aquí varias veces, pero nunca habíamos recorrido los cuatro metros que nos separaban de ver esta joya. Prendado del lugar me adentro en la “zona fortificada”. El molino Real es una estructura modernista rodeada de una valla y vigilada toda su extensión por infinidad de cámaras. Esto debe de ser la joya de la corona. Pinceladas de distinción y modernismo a raudales: paredes de cristal, un edificio ovalado a modo de caparazón de armadillo hecho de metal, una pasarela de madera vieja pero que está tan de moda que parece nueva, la barandilla metálica con cables de acero junto a un jardín espectacular, que en su parte trasera permite observar de cerca los silos y la torre del Martinet. 
Todo ello apoyado sobre la base del canal de la acequia de Moncada que entrega sus aguas a la entrada del molino y las recoge a la salida sin haberse empapado de este precioso lugar. Pero entre estas dos joyas me quedo con el molino del Testar. Vuelvo atrás para pasar otra vez por la puerta de Martinet y continúo recto por un camino para llegar hasta el molino de la Tandera unos metros más adelante. 
Una espectacular ruina que aún permite observar los siete ojos de entrada de la acequia para mover las ruedas que molían el trigo para hacer la harina, pues todos estos molinos eran harineros, aunque también se emplearon algunos como batán textil. Todo esto está mejor explicado en el blog de bicitarianos en las entradas que enlazo al principio de esta crónica. La ruta planeada me hacía ahora retroceder para cruzar el pueblo hacia el norte e ir a buscar el parque que antiguamente era el campo de tiro, pero como no me gusta volver atrás me he dicho: ¿y si continúo y el camino llega hasta el campo de futbol? Y he ido a ver. El camino se acaba pero luego una senda cruza un campo, y viene aquello de: estará la senda sobre la linde y por tanto hay paso o se ha hecho la senda a través del campo. No me paro a averiguarlo bajo este sol implacable que calienta que da gusto. Ahora, ya otra vez sobre el camino sigo para llegar a donde me había propuesto. Así que llegado a la carretera de Manises giro a la izquierda y encaro la entrada al pueblo. La antigua fábrica de galletas hace tiempo que dejó de impregnar con su delicioso aroma las tardes-noches de nuestra infancia, cuando al pasar por aquí, o incluso desde casa, en Manises, cerrábamos los ojos y sentíamos en la boca el sabor de las galletas Rio a través del olfato. Subo la calle para llegar al cruce, junto a la gasolinera y girar a la derecha por la calle mayor. El intenso tráfico y el trasiego de gente de aquí para allá pronto empiezan a desesperarme más de la cuenta, así que me salgo a la izquierda y comienzo a callejear hacia la torre. Llego al parque de la torre. También hay allí casas-cueva que elevan sus chimeneas y sus tragaluces pintados de blanco. Pero la pétrea figura cónica de la torre lo empequeñece todo, y contrasta su color terroso con el blanco inmaculado de las casas encaladas sobre el azul celeste. 
Es colosal y grandiosa. Si bien su origen no está del todo claro, ya que se atribuye tanto a época romana como árabe. Pero al observarla eso da igual, es simplemente una maravilla. Allá arriba está el vértice geodésico que hoy no veré, pero también eso da igual, casi que me lo apunto como conquistado. Paseo un poco por el parque disfrutando de una estampa que te descoloca en medio de la ciudad; más parece un poblado troglodita como el que sale en la guerra de las galaxias que una ciudad en Valencia. Me pongo en marcha hacia el molino del Batán. Antes paso junto al ayuntamiento y aquí mi error: en lugar de girar superada la rotonda a la derecha para llegar al calvario y después entrar en la avenida Pérez Galdós para ver las cuevas del Batán, continúo recto por la urgencia que dan los coches que llevo detrás, caigo en mi error ya a mitad de avenida y entonces giro a la derecha para llegar hasta ella. 
Es una avenida peatonal en la que se transita literalmente por encima de las casas que, conforme bajas, queda su entrada a la derecha. Decido no volver atrás para verlas desde el inicio ya que esto me da una idea de cómo son. Así que sigo adelante y poco después giro a la izquierda pasando por delante del gran teatro Antonio Ferrandis. Callejeo un poco para llegar al impresionante palacio Cortina, de estilo modernista. 
Otra pincelada de distinción en esta ruta plagada de detalles, de toques arquitectónicos de lo más variado. Ahora ya toca cruzar las vías del metro cerca de la estación de campamento. Ya se ve el molino Batán al otro lado de las vías. Este molino si que está en completa ruina. No es solo una ruina inducida por el paso del tiempo, es la barbarie del vandalismo personificada. La basura y los desperdicios se instalan a sus anchas en este deteriorado esqueleto que cualquier día se vendrá abajo. 
Junto a la estructura del edificio la característica chimenea de ladrillo, y bajo ellas, a través de una compuerta de hierro, la acequia de Moncada que sigue su curso ajena al deterioro que dejó atrás en los anteriores molinos y del que tampoco tomará nota en este. Bajo de la bici para pasar junto al canal en un tramo con socavones y girar, al final del muro, a la izquierda por una senda que me lleva hasta el camino tantas veces recorrido entre las huertas. Me acerco junto a la estación de Paterna para ver una casa en medio de la huerta, siempre la habíamos visto de lejos en nuestros paseos hacia la playa pero nunca nos habíamos acercado, lo hago hoy para descubrir una casa de aspecto colonial en mitad del campo, no muy grande pero con encanto bajo la sombra de un pino y dos palmeras que resisten el ataque del picudo rojo. Retrocedo unos metros y giro a la derecha en dirección al río. Esta fue la primera zona que se rehabilitó del actual parc fluvial del Turia. Hoy descubro un puente de madera a escasos 15 metros de este que estoy cruzando, no podían haber buscado una mejor ubicación a ese puente… Hace años que no paso por esta zona y voy a indagar. Un nuevo parque se extiende entre la subida y el molí de la Vila, luego, los callejones venidos a menos años atrás se ven ahora con luz propia al haber abierto toda esta zona. Una nueva calle pasa por detrás del centro Betania y continúa hasta enlazar con la salida hacia Mislata. Antes paso por delante de la toma de acequias. 
Al menos cinco acequias tomas sus aguas de este punto para regar la fértil huerta valenciana: Rascaña, Robella, Favara (margen derecha e izquierda) y Oro. Allí mismo se eleva otra antigua chimenea surcando los cielos de los pueblos valencianos, mientras, el inmenso solar que antaño ocupara una fábrica química hoy espera al ladrillo. Llego hasta el inicio de la V-30 aquí en Quart, una escalera conduce al puente que salva el río hacia Mislata, pero no hay acceso hacia el parque ni hacia el polideportivo, ¿no hubiera sido mejor aquel puente aquí? En fin. Si alguien se levantara de su sillón antes de hacer las cosas y mirara si esa obra es necesaria o no… no cobraría las comisiones, por eso no se levantan. 
Vuelvo atrás y visito la plaza de Betania, la plaza de la iglesia con su cisterna; paso junto al auditorio y recorro la parte de abajo del parque; sigo junto al colegio y me adentro en un camino por el barranco Salt del Aigua para pasar por debajo del puente sobre la plaza de España y el desaparecido puente de hierro del antiguo tren de cercanías. 
Después viene el acueducto Els Arcs, pero una ingente aglomeración de arbustos impide el paso y me toca subir hasta el puente, incluso desde aquí arriba casi impiden ver los ojos de los arcos. Es lo que pasa siempre con el patrimonio de nuestros pueblos, vamos a visitar lo de otros pero lo nuestro, por estar ahí, lo vamos dejando para otro día. Pues me ha salido un poco rana la visita, pero en fin, otro día será. 
Ya me dirijo hacia casa, antes una parada para admirar la fachada de la antigua fábrica Valldecabres, otro de esos monumentos dignos de visitar. El tiempo se me echa encima después de ir a ver a mi padre, así que la visita al molí de la Llum es rápida, tampoco queda mucho que ver.
Luego vuelta a Riba Roja por el camino de las canteras y parada para lavar la bici que falta le hace. Me digo que tengo que hacer más visitas culturales como esta, y repasando algunas crónicas de las rutas, veo que ya llevo algunas sin habérmelo propuesto. No será la última.



miércoles, 23 de mayo de 2012

Riba Roja-Cortixeles-Arquets de Baix


Sorprendente ruta la realizada hoy por unos parajes que suponía muy diferentes a lo que al final han resultado ser. Quería visitar la pedanía de Cortixeles y llegar luego hasta els Arquets de Baix, restos de un acueducto medieval restaurado y que estuvo en uso hasta mitad del siglo pasado. Pero la ruta dejará muchas más sorpresas que las citadas.
Llegado directamente del trabajo me equipo con todo lo necesario y me pongo en marcha en esta soleada y calurosa mañana, ya sé lo que me voy a encontrar cuando vuelva a mediodía, muuuucho calor, de momento disfruto del “fresquito” mañanero y pongo rumbo hacia Porxinos. 
Hago algunas fotos del entorno de Porxinos que de momento está aguantando el tirón urbanístico, no es de extrañar con la que está cayendo, pero cualquier día a alguien se le cruzan los cables y pone pica en Flandes y se acabó este espacio natural y todo lo que lo rodea, Les Rodanes incluidas. Aquí en esta zona hay también un acueducto romano, pero ya se sabe, como está aquí cerca un día por otro y aún no lo he visitado, palabra que un día de estos me pongo a ello. Me encamino hacia Loriguilla por la Serretilla, aquel camino biker que encontré hace algún tiempo y que tanto disfruto de bajada, luego por asfalto hacia Loriguilla y de ahí a cruzar la vía del tren frente a los restos cada vez más abandonados de la Masía de Mompó. 
Ya en el P.I. todo recto hasta la bajada al barranco de Poyo junto al crematorio. Ya al otro lado del barranco me encamino hacia la Masía del Rey, paso el curso, hoy seco, del barranco del Gallec y en lugar de hacer el giro a la izquierda para ir a la masía giro a la derecha por un camino muy pedregoso e incómodo de rodar para buscar un camino paralelo al barranco que queda unos metros por debajo y dejando ver múltiples pozas y pequeños saltos de agua. 
Vuelvo a cruzar el curso del barranco y me adentro en una urbanización, aquí estoy junto al cementerio privado y me acerco a la entrada para ver los impresionantes jardines que rodean este tranquilo lugar. Saciada al curiosidad me pongo en marcha hacia Perentxiza. Al llegar a la carretera giro a la izquierda para llegar junto al puente nuevo y allí tomar la senda que llega hasta la presa del Gallec. Tenía ganas de conocer si esta senda es o no ciclable. La senda se introduce bajo la cubierta arbórea y junto a cañaverales y juncos que crecen en la orilla del barranco. La senda es una preciosidad, y se recorre sin ningún problema hasta llegar a la parte que sube. Pie a tierra e inicio una ligera subida que por las piedras a modo de escalón obligan a bajar de la bici, luego viene lo peor: en la parte de arriba es el alto de una peña que se tiene que bajar, no presenta gran dificultad pero si hay que tener algo de precaución ya que las platinas metálicas de las zapatillas resbalan en este terreno pedregoso y eso complica un poco el descenso. 
Hay que acarrear la bici un rato hasta llegar a la presa. Allí intento cruzar la presa para coger la senda al otro lado pero la distancia para salvar la catarata es demasiado grande para cruzar con la bici a hombros y decido dejarlo estar. Sigo la senda que ahora si es ciclable otra vez. Al poco encuentro el giro a la izquierda que se adentra entre las cañas hasta el mismo cauce, unas piedras a modo de puente facilitan el vadeo del barranco. Al otro lado la senda se amplía y no presenta ninguna dificultad, al contrario es un rodar placido y bonito, que además me hace ahorrarme el fastidioso rodar, por unos metros, por la carretera de Godelleta. En un momento llego a la carretera de subida hacia las antenas. Hoy giro a la derecha y tras cruzar el puente giro a la izquierda para coger un camino señalizado como privado que da acceso a las casas pero también a la arboleda que hay junto a la fuente de Calicanto. El pequeño bosque que hay aquí es una joya. Una inmensa chopera se elevan hasta una altura colosal. La espesa vegetación refresca el ambiente y tamiza la luz del Sol hasta convertirla en un filtro verde que casi ralentiza el paso del tiempo en este húmedo y precioso paraje. La fuente libera un fino hilo de agua fresca, pero en honor a la verdad no me he atrevido a probarla, un poco por la cercanía del barranco que trae las aguas de un indeterminado color que no da ninguna confianza, amén de las zonas donde se estanca y se crea esa capa grisácea junto a todos los desperdicios que caen al agua. Lastima que el lugar esté un poco dejado de la mano de Dios. El puente que cruza el barranco está en un estado lamentable y la vegetación crece sin control inundando los senderos que casi son intransitables. 
Tras la visita continúo internándome en el bosque y llego ha una bajada hacia otro puente de madera. Sigo inmerso en este lugar de ensueño. Luego remonto una pequeña ladera y el paisaje cambia, al fondo veo unas casas y la senda se desdibuja. Los árboles ahora se convierten en pinada y una valla delimita el lugar. Busco una salida y la encuentro en unas escaleras que se adentran en una calle de la urbanización de Marisan, junto a un bar. Giro a la izquierda siguiendo la carretera para adentrarme otra vez, justo después de cruzar el barranco, a la derecha en una espesa pinada. Salgo de ella junto al curso del barranco que anega por completo el camino que lo cruza. Ahora el camino se adentra en zonas de cultivos: naranjos y viñas se adueñan del paisaje y ponen distintos tonos de verde. 
Hacia atrás observo las antenas de cumbres desde una nueva perspectiva. Pero hacia delante una colosal columna de humo no deja lugar a dudas: un tremendo incendio forestal ve adivina tras las montañas de Montserrat, pero desde aquí no sé exactamente la zona, imagino que por Llombai o alrededores. Los campos de cultivo se suceden y dejan la estampa de un tapiz sobre la tierra con el camino serpenteando entre ellos. Al final me adentro otra vez en una zona boscosa por una senda de divertido trazado. 
Alterno el paso por la senda y por un camino. Al final el camino se acaba en un pequeño altozano y me queda una senda de bajada que se convierte en trialera. Esta trialera aprovecha el trazado de unas tuberías soterradas, o al menos deberían estarlo ya que asoman aquí y allá y se ven agujeros entre los tubos. Para los más amigos en estos trazados no supondrá gran dificultad, pero yo no soy partidario de estos terrenos que son completamente diferentes a una senda. Así que me bajo de la bici y bajo la ladera para incorporarme al camino, a la derecha y hacia Cortixeles que ya lo tengo al frente. De haber sabido de esta trialera hubiera buscado un camino alternativo, por ejemplo por la parte izquierda de esta montaña que me hubiera traído también hasta este punto, para la próxima. 
Rodeo la pedanía para ir a entrar por un camino en el bosque que llega hasta la parte de atrás de la iglesia. Visito el pequeño pueblo y me dirijo hacia el parque donde tengo previsto almorzar. 
Desde aquí las vistas sobre la sierra del Ave son magníficas, pero hoy también me acompañan la espeluznante columna de humo del incendio. Almuerzo en este oasis de tranquilidad. Luego me dirijo hacia una construcción peculiar que veía desde mi descanso y que resulta ser un cementerio abandonado y en ruinas, no sé si llegó a estar activo o no, pero los nichos se ven vacíos, por fortuna. Tras él una torre redonda se eleva en los corrales de Calabarra, tras ella la enorme masía de Calabarra no es visible desde aquí. Hasta allí, para ver aquellas masías, llegaré en otra ruta pues el tiempo apremia y hoy se me ha hecho muy tarde. Retrocedo para llegar junto a la masía de Cortixeles inmersa en una preciosa arboleda, sigo la carretera hacia la urbanización Mas Pavia y poco después me desvío a la izquierda para acercarme al barranco de Cortixeles. El camino se torna senda y baja hasta cruzar el curso, lo hago por encima de unas piedras a modo de puente y levantando la bicicleta, se podría atravesar el pequeño caudal sin problemas, pero las manías de cada uno se llevan como mejor se puede. 
Ya que estoy remonto a pie una pequeña pero empinada cuesta y ya arriba vuelvo a pedalear por la senda que se pega al barranco y ofrece bonitas vistas del cañaveral y las pozas. Más adelante me vuelvo a adentrar en otra masa forestal y la senda rodea la parte este del estupendo pinar. He dejado atrás un camino que seguro que me lleva a algún punto de confluencia, como comprobaré más tarde consultando el mapa, junto a una pequeña cuadra con caballos que me miran sobresaltados por el ruido que hace la bici. Un molesto crac-crac que me acompaña al más mínimo esfuerzo. Un ultimo vistazo atrás para ver que la columna de humo se torna más negra. 
El giro del camino unido a que voy a perder algo de altitud me hará perder de vista este nuevo desastre ecológico. La parte positiva es que cada vez queda menos bosque que quemar. Me incorporo al asfalto. No es una carretera con tráfico sino que es un camino que une las muchas urbanizaciones de la zona y además está señalizada como carretera de afluencia ciclista, aunque esto nunca puede hacer que bajemos la guardia. Paso junto a la entrada al camping la Pirámide y continúo en un tramo rápido de suave descenso. De pronto me encuentro con un arco junto a la carretera, para extrañado pues tenía entendido que els Arquets eran más de uno. 
Efectivamente estos son el Arquets de Dalt del que solo queda uno. Es un conjunto mucho más pequeño que los que veré después. Continúo camino para llegar a una zona de reserva de fauna del Barranc de L’Horteta que es la denominación que ahora recibe el barranco de Cortixeles. Me interno en el sendero siguiendo las indicaciones hasta la presa del corral de Mayet. La presa no es tan grande como la del Gallec pero visitada el mismo día guarda cierta similitud. Lo que me intriga es el edificio modernista y, por qué no decirlo, algo surrealista a pocos metros de allí, pegado al cauce de un barranco sin acondicionar y con la fauna que habrá por aquí, brrr. Ante este pensamiento salgo de aquí pitando. Llego otra vez a la carretera y veo las señales de vadeo, no dejan de sorprenderme que muchos caminos atraviesen barrancos y dejen a la responsabilidad de la gente el cruzar o no con agua, si ya sabemos de la “responsabilidad” de la gente, si vamos a cruzar sí o sí, al menos con estas señales sabremos hasta donde nos vamos a mojar. Continúo un poco aburrido de tanto asfalto, pero por fortuna con poco tráfico, para pasar junto a la abandonada cantera que se iba comiendo poco a poco la Serra Perentxiza. 
La veo encerrada tras una alambrada, como si más tarde que pronto nos hubiéramos dado cuenta del peligro que suponen para los espacios naturales, no estoy hablando de economía, solo de ecología, y por desgracia ambas formas son casi incompatibles de momento, aún no hemos inventado un maridaje adecuado a estas dos actividades. 

Y así llego hasta el gran acueducto de els Arquets de Baix. 
El conjunto es imponente. A diferencia del anterior estos arcos son muy grandes para salvar la altura del barranco en este punto. Lástima que la construcción de la carretera fuera más importante que la conservación de todo el conjunto, igual que en el anterior conjunto. Es acueducto es de origen medieval pero estuvo en funcionamiento hasta la década de los 60. Después de la visita me pongo otra vez en marcha, llego hasta una rotonda y giro a la izquierda acercándome a la falda de la Serra. En la ruta de hoy, entre otras cosas, ha sido una ruta perimetral a esta tan conocida cumbre, que he podido observar desde todos los ángulos. Ya en la urbanización Santo Domingo solo me queda buscar el conocido camino de Tizón para llegar a la masía del Rey y cerrar, unos metros después, el círculo iniciado hace unas cuantas horas. 
En las palmeras junto a la balsa de la masía, también se deja notar la catastrófica plaga de picudo rojo que asola las palmeras en toda la comunidad. Ya hasta casa seguiré casi el mismo camino que al venir, eso sí, al paso por Loriguilla me adentraré en el pueblo en busca de agua. El calor es sofocante y prefiero llevar peso a quedarme sin agua aunque sea unos pocos Km. En definitiva una bonita ruta de la que solo cambiaría algunas partes que me han obligado a echar pie a tierra y que tenían alternativas, ya las cambiaré en sucesivas incursiones por la zona.