domingo, 28 de agosto de 2016

CastelldeCastells-Llacuna-Benigembla-Petracos



Agosto se está presentando movidito. El calor propio de las fechas y que con esta ya son tres las semanas seguidas de rutas de alta intensidad, parece un buen entrenamiento para la semana de vacaciones que tendré a mediados de septiembre y que también promete.
Otra vez en Tárbena en casa de Ángel y Alberto. Otra excelente sesión de meditación antes de ponerme en marcha hacia mis cumbres. Esa que solo yo escalo, tanto interna como externamente. 
Igual que la otra vez en coche hasta Castell y desde allí, ya con la Zesty, remonto la carretera que me traía hace solo unos minutos desde Tárbena. 

La pendiente es, pareciendo que no, de las que agarran, pero todo quedará en broma cuando llegue a las curvas de herradura que me pondrán mirando a este cielo tan azul que tenemos en verano, con calor, con casi 30º de temperatura nada más arrancar la ruta. En fin, que ¿porqué no me vuelvo a casa y me voy a la playa con ellos? con su cervecita… Pero no, yo “pa rriba”. Después de las curvas hay una caseta a la derecha y tras ella se ve la sierra y Els Arcs que visité hace dos semanas:

La perspectiva no es muy buena pero allí están mimetizados con su entorno. Sigo carretera adelante hasta el camino que tomaré a la izquierda ya fuera de asfalto. Llevo 250 metros de desnivel en menos de 4Km.  La primera rampa por camino de tierra me vuelve a poner sobre aviso, pues si todo sigue así va a ser una locura. Tras una casa a la izquierda el camino se torna un muro que tras la curva parece no tener fin, es solo el efecto óptico pues después la rampa se toma un descanso, solo era un aviso para advertir que esto es btt, no te fíes nunnnnca. 

A mi derecha queda el camino que sube hasta Cocoll y arriba de la montaña la caseta de vigilancia forestal, bonita perspectiva la que tengo desde aquí. 

A mi espalda la sierra de Aixortá que se prolonga hacia el interior. Hacia la costa la cima del Bernia se alza como una espada. La tierra reseca se quiebra por el transitar de las ruedas allá donde no hay piedra y el crepitar se convierte en mi banda sonora de la jornada. Eso me hace pensar en la canción de hoy, aún no le he puesto música a la crónica. Ya saldrá, siempre sale ella sola. De repente una canción se mete en mi cabeza y ocupa mi pensamiento. Pienso en la rampa que he dejado atrás y que a pesar de la grava y la tierra no he patinado y se dejaba subir, mejor. Así continúo por este altiplano en el que sigo ganando metros de desnivel pero de forma más suave. Antes de darme cuenta una loca bajada con sus curvas de zigzag y llego al valle entre estas dos sierras. Error. Porque allí a mi derecha salía el camino que llega hasta la Llacuna. No es que allí haya una laguna, al menos a día de hoy, puede que en algún tiempo. Me percato del error demasiado tarde, cuando ya había ascendido el segundo collado. Me planteo volver atrás pero al final decido que no, un hito perdido por el camino, un lastima. La ascensión de esta loma tampoco plantea dificultad, tan solo alguna rampita más dura pero nada. Tras esto sí que viene la madre de todas las bajadas. El camino de bajada se torna peligroso por la gravilla y la pendiente tan pronunciada. Hay que ir con mucho cuidado de no frenar demasiado la rueda delantera para que esta siempre tenga inercia, pero no tanta que no me permita poder parar la bici. Además la elección de la trazada, no cerrar demasiado la dirección, estar atento al paisaje pues si no me lo pierdo y he venido hasta aquí para verlo, etc., etc. Vamos que en un momento se me acumula la faena. 

Ya estoy en el camino que veía desde lo alto del Cocoll hace dos semanas.
Es difícil encontrar el sitio adecuado para la foto del camino pues a cada metro que avanzo la perspectiva aérea se pierde y además encontrar el hueco entre los árboles complica aún más la situación. Y entre esas y aquellas la bajada no para y yo tampoco. Llego a la cabecera del barranco dels Moliners que sería la salida natural de la Llacuna si esta rebosara pues queda metida en una especie de circo, más bien un poljé. 

Ahora afronto otra subida que ya veía desde el camino y me parecía mentira, una broma o algo así. Ahora aquí abajo veo que de broma nada. 

Tampoco es muy larga pero la pendiente es descomunal y el calor sigue apretando. La camel ya la tengo bajo mínimos pues estoy bebiendo y sudando como nunca. Empiezo a subir con el pensamiento puesto en que esta rampa también se acabará. Pero antes la sufriré. Aunque también la disfrutaré. Que serían las bajadas sin una buena subida de la que poder presumir. Ya arriba voy disfrutando del paisaje que se abre a mi izquierda.  

El valle del río Castell o Xaló, el Pla de Petracos, la sierra del Cavall Verd. Suave descenso hacia las ruinas de las casas dels Moliners. 

Allí, junto a las viejas piedras que algún día fueron casas, un horno moruno casi intacto espera bajo el sol del mediodía que alguien repare en él bajo la atenta mirada del Cocoll, que derrama sus laderas en una sucesión de sedimentos rocosos que mejor no imaginar rodando ladera abajo. 

Allí también hay una higuera y un par o tres de sus maduros y dulces frutos viajarán conmigo aportando esas energías que por momentos echo de menos en las subidas. Pero si antes había bajado la madre de todas las bajadas ¿qué es esto que me espera? De verdad que en algunos tramos me planteo bajar de la bici y hacer la bajada andando pues creo que voy a rodar sobre mi mismo del brutal desnivel que hay de bajada. De entrada me alegro de no haber hecho la ruta al revés, pero ahora pienso en bajar esto y me da un poco de “noseque”. Ahora, mientras escribo la crónica y viendo los datos, veo que llega a marcar hasta un 28% de desnivel. En fin, “paversematao”. Por momentos me siento como un funambulista sobre la cuerda floja, si inclino un poco más la bici o cierro la dirección para dar la curva siento que me puedo ir al suelo en cualquier momento. Así que nervios de acero y tacto de seda para controlar los frenos, otra vez. Y hablando de la canción del día aquí viene:

Como un funambulista imbatible dibujo en braille los pasos del siguiente mortal.

Vetusta Morla Baldosas Amarillas. Y es que tenía que salir. Y no solo salir sino quedarse dándome vueltas en la cabeza y cantando esa parte de la canción de la que me acuerdo y así una y otra vez, vuelta la burra al trigo... a ver si saco otro trocito de la dichosa canción. Llego al final de la baja en el fondo del barranco del Galitero y poco después enlazo con la carretera en un puente sobre el barranco. Giro a la derecha para recorrer algo más de 4Km. por carretera hasta Benigembla. Circulo lo más rápido que puedo para quitarme de este tramo de carretera lo antes posible. La carretera es ancha y con arcenes, pero algún que otro, llamémosle “conductor” se cree que está en un circuito de carreras. Ya en el pueblo visito, antes que nada, la fuente donde refrescarme (casi bañarme) y llenar otra vez la camel que apenas tiene agua. De allí hacia la iglesia y sigo la calle adelante en busca de la fachada del Sindicat. 


Una de las curiosidades del pueblo junto con el Riurau justo a la derecha antes de entrar al pueblo, y sobre todo, para mí, el lavadero, abajo a orillas del río Jalón o Xaló. 

Tras las fotos de rigor cruzo el seco cauce por un puente y sigo por un camino asfaltado y estrecho que circula pegado al río y describiendo con él las curvas y meandros que la corriente, en ocasiones impetuosa, va dibujando sobre la cara del mundo. Este camino tiene un par de rampas que menos mal que se acaban pronto porque sino. Pero el calor me está matando y no tengo otra que acabar la ruta. El camino vuelve a la carretera que ahora recorreré en sentido contrario, llegando hasta el camino por el que he bajado la montaña y que está indicado con un cartel: La Llacuna, Plans d’Aialt  Sigo por la carretera en este tramo que es “llano”, pero a mí ya nada me parece llano, ni siquiera las bajadas me parecen llanas, así que no digamos cuando la carretera pica un poquiiiiiito hacia arriba. Con más pena que gloria llego al desvío del Pla de Petracos. 

Lo tomo a la derecha y casi enseguida la ermita de Petracos. Lugar abandonado y con matorrales alrededor que impiden acercarse y verla en su totalidad. No tiene mucho que ofrecer pues solo son unos muros de piedra pero con mucha historia: http://www.levante-emv.com/comarcas/2012/09/23/descubren-arquitectura-singular-vinculada-expulsion-moriscos/938203.html
Cuidar un poco el entorno y dejarla “visitable” permitiría vender este lugar como una autentica joya paisajística junto a lo que viene a continuación y que es una de las más excepcionales obras de cultura que poseemos en la Comunidad Valenciana. El Pla de Petracos. 


Accedo solo hasta el lugar donde está el cartel informativo y observo los abrigos desde la distancia puesto que no son accesibles con la bici, y además ahora mismo lo que estoy deseando es parar a la sombra a descansar deseando que la cerveza que acompañará al bocata aún guarde algo del frescor al haber ido descongelándose poco a poco, (espero). Retrocedo por el camino y me acomodo en una sombra a dar cuenta de mis viandas y descansar un poco del abrasador sol que me está machacando.  Unos minutos más tarde y con el peso mejor repartido salgo otra vez al sol. Llego nuevamente a la carretera que la tomo hacia la derecha en dirección a Castell de Castells. Me quedan unos 5Km. al 4% de media pero se me van a hacer eternos. El sol pega de una manera que no es normal, ¿o sí tratándose de un 28 de agosto a las 3 de la tarde? Quizá el que no es normal soy yo aquí achicharrándome bajo este sol de justicia. Los tramos de carretera que voy viendo entre curva y curva parecen no acabar nunca y el pedaleo es cansino. Ya sé que por más rápido que pedalee no voy a escapar de este calor así que lo tomo con calma, tampoco es que pueda darme mucha más prisa de la que me estoy dando. Intento apoyarme en el paisaje pero este tampoco ofrece mucho que ver. A mi derecha la sierra de Alfaro va elevando paulatinamente su altura y algunos caminos se adentran en ella. A mi izquierda la montaña que he estado transitando esta mañana y que alcanza su máxima altitud en El Clotet a 861 metros de altitud. 

A parte de eso y de un par de monolitos de piedra a modo decorativo, nada más que ver. Poco a poco la carretera gira hacia el sur y la Serrella primero y el Castellet después se hacen visibles. La aproximación a Castell va abriendo vistas del valle del río y pequeñas lagunas de choperas verdean distantes abajo. 

A la entrada del pueblo veo allá abajo el lavadero. Tendría que haber sido una broma pero no, tengo que bajar una pronunciada cuesta para llegar hasta él. Después de esta visita solo me quedaran unos metros para llegar hasta el coche y poner el A.A. a toda pastilla. Bajo una cuesta sucia, llena de cagadas de perro. Veo que esto aquí no es muy distinto de Riba Roja. Quizá empiece a pensar que el problema no son los perros sino los cerdos de sus amos. Por algo se dice que los órganos de gorrino son muy parecidos a los humanos… igual no acabe en los órganos la similitud. El lavadero, como en muchos pueblos, es un monumento abandonado, sin ningún cuidado o bien se reforma y se cierra para que no se pueda utilizar, a veces ni ver. Remonto la cuesta esquivando “minas” y pedaleo los últimos metros de la ruta con la alegría de haber completado una hazaña más bajo el calor y no haberme dejado la piel en el intento. Llegaré a casa a reponer el básico y preciado elemento que no he podido disfrutar fresquito como toca en la ruta.




Track de la ruta:http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=14957509 

domingo, 21 de agosto de 2016

Cofrentes-Volcán-Chirrichana-CasasdelRío-Balneario


De casi todos mis viajes, de ahí me llevé varias canciones de aire
recuerdos de viajes…
Era inevitable… la canción de Love of Lesvians Bajo el Volcán tenía que estar presente en esta crónica. Y en cierta forma si es cierto que en los viajes me llevo algo de los lugares que visito, así que viene que ni al “pelo”.

Esta ruta está basada en la ruta 5 del centro Btt de Cofrentes, así que gracias por la parte que les toca. Tomando aquella como referencia ya me encargue de ponerle algunas visitas de mi interés para convertir en extraordinaria una ruta ya de por sí espectacular. Dejaba el coche en el área de recreo El Campo del Cura y montábamos el campamento para que Teba tuviera un buen lugar donde esperarme leyendo mientras yo me enfrentaba a las rampas y al sol de mediodía. A las 09.30 me pongo a pedalear volviendo hacia la carretera de Requena. Llego a ella, giro a la derecha y empiezo a subir la cuesta. Casi un Km. por la carretera hasta un desvío a la izquierda sin ninguna señal del volcán. Unos metros más adelante ante otro cruce de caminos allí si encontramos señales que nos indican la dirección a seguir, siempre subiendo como no podía ser de otra forma. Al menos por asfalto el agarre es fantástico. No durará siempre el asfalto pero el camino al que salimos no está nada mal y se deja subir pues las rampas tampoco son descomunales. Llegados arriba toca bajar un poco y el propio camino se mete, al fin, en lo que parece el cono del volcán. 

Allí, en el centro, una enorme roca “bomba volcánica” parece posar para las fotos que de tanto en tanto algún despistado urbanita se atreve a asomarse por allí, por medio de ninguna parte. El deterioro del cono volcánico se debe a la explotación minera que aquí hubo hasta entrados los años 80. 

Pienso en que esta negra tierra estuvo algún día abajo, en el centro de la tierra, liquida, caliente, hirviendo. Y ahora aquí abrasada bajo un sol de justicia, pisoteada y sucia. Menudo cambio. Todo cambia. Y esto también cambiará. También pasará. Saboreo lo novedoso de este paisaje “único” a su manera en la comunidad valenciana. También en Picassent hubo un volcán, pero a día de hoy es imperceptible y no hay rastro de él. El otro testimonio en nuestras tierras está en las Islas Columbretes. Más visible pero menos accesible. 

El lugar también tiene su encanto como magnífico mirador que es sobre Cofrentes, su castillo y el embalse que junta las aguas de los ríos Cabriel y Júcar. Después de unas fotos y de observar con curiosidad de principiante este entorno novedoso me despido del lugar con un hasta “pronto” aunque realmente no sé si volveré algún día. Remonto la cuesta y llego al tramo de bajada que llega hasta la carretera. Cruzo la carretera con precaución y tomo un camino justo enfrente que sigue en bajada. En brutal bajada. La gravilla del firme dificulta la frenada y la pendiente es tan bestial que temo una caída tonta en cualquier momento, así que afino la precaución y templo el pulso para no pasarme en la presión sobre los frenos y dejar así, que las ruedas siempre tengan inercia. Pronto llego al lugar de inicio y tras una rápida visita a Teba, donde recojo un beso, inicio la subida por asfalto hacia el alto de la Chirrichana, casi 7 km. de subida tendida pero con alguna rampita que te puede sacar los colores. Enseguida encuentro un desvío que tomo a la izquierda por una carretera más secundaria todavía. Y pronto llega esa primera rampa de la que hablaba. Nada serio si solo es una rampa pero que me hace temer que el resto de la subida se pueda tornar un suplicio. 

Aparece a la derecha la cresta de una vieja montaña desgastada y ajada. Un pequeño arco de piedra me hace recordar la ruta de la semana pasada en Castell de Castells: http://bikepedalvalencia.blogspot.com.es/2016/08/castelldecastells-castellet-els-arcs.html
No es tan espectacular, no es tan grande, pero es el que tengo aquí y ahora para contemplar y disfrutar. Lo hago, es un hito más en el camino, una curiosidad más de la naturaleza. La subida me lleva lentamente hasta el siguiente punto marcado en rojo en mi ruta. Las salinas de San Javier.  

Llego a un mirador sobre las mismas que las deja allá abajo en el fondo del barranco. La explotación se ve abandonada y en claro proceso de deterioro. 

Lástima no poder saber más viendo como algún cafre ha dejado el cartel interpretativo del lugar. Afortunadamente en este enlace podemos ver un poco más de información sobre el lugar y el cartel original antes de que llegara el cafre de turno: http://www.aventurasgeologicas.com/search/label/Cofrentes
También podemos ver información sobre el volcán de Agras. El camino sigue y no mucho después nos cruzamos con la carretera que va, a la derecha hacia Cortes de Pallás, toca girar a la izquierda. Aquí el paisaje ya empieza a tomar otro color y las viñas empiezan a dominar mayoritariamente el paisaje. 

El camino pasa junto a unas casas con la curiosidad de unas grandes tinajas a modo de decoración entre la pinada. Al poco el camino abre un buen mirador sobre el valle. Las paradas fotográficas se suceden en cada sombra que voy encontrando por el camino pues el sol cae a plomo. Por suerte las rampas, excepto alguna contada ocasión, son llevaderas siempre dentro de su buen 6% de pendiente media. Ya estoy afrontando la última rampa y con la curva del camino se abre otra perspectiva del valle que adentra sus vistas hacia el río Cabriel bajo el mirador al que me voy a acercar para almorzar. Ya he subido la muela. Interiormente pienso que todo el trabajo ya está hecho, pero ¡Ja! esto es btt y aquí no se termina el trabajo hasta la última pedalada, el camino siempre depara sorpresas. A continuación encuentro la fuente del Tollo a la que accedo bajando unos escalones. Me refresco un poco pero aún tengo agua suficiente en la mochila así que no recargo más. Llego a la carretera N330 y la cruzo para acercarme a la casilla de peones camineros, antigua profesión ya extinguida y que evoca recuerdos de otras épocas, en muchos sentidos bastante mejores que esta que nos toca vivir.  

Desde allí, junto al V.G., tengo una visión panorámica espectacular del valle de Cofrentes; al fondo las chimeneas de la central sirven como faro para poder ubicar la situación. Un puntito a la derecha el volcán que acabo de visitar, y a la derecha del todo la sierra del Boquerón que ya visité en la ruta: http://bikepedalvalencia.blogspot.com.es/2016/05/jarafuel.html

Salgo de la protección de la sombra de los pinos tras esta breve visita y vuelvo al camino, mejor dicho a la carretera, aunque solo será por unos 100 metros. Giro a la izquierda dirección Requena y enseguida otra vez izquierda por un camino que se adentra, junto a las viñas primero y los olivos después, en pleno monte. Recorro la parte alta de la muela en busca del camino que llega hasta el extremo sur de la Ceja del Rinconazo. Encuentro en la subida una rampa muy exigente por terreno muy pedregoso, tanto que finalmente se hace imposible la tracción y acabo por echar pie a tierra. Al poco de esta rampa el camino a la izquierda que lleva al mirador. El camino acaba en una senda perfectamente ciclable incluso cuando se mete entre los pinos. Esta llega casi hasta la caída de la muela sobre el valle del río Cabriel que apenas es visible en algún punto aquí y allá en la distancia. 
 

Si se ve el pueblo de Casas del Río que es mi siguiente objetivo tras el almuerzo en esta atalaya mientras disfruto de las vistas y la soledad que me envuelve. 

Ahora tengo completamente delante los aerogeneradores que visité en la ruta antes mencionada. El bocata y la cerveza son los revitalizantes perfectos en este momento, si acaso un puntito (o dos) más de frescor a la cerveza y ya… “pa no levantarse.” Pero me espera el sol, el calor y más de la mitad de la ruta prevista, así que a pedalear se ha dicho. Deshago la senda volviendo hasta el camino y hasta el cruce que antes tomé a la izquierda, ahora a la derecha por un camino que mejora muchísimo. 

Llego a las casas de la Chirrichana, vestigios de historia junto a la fuente del mismo nombre. La fuente está indicada a la izquierda después de la última casa. 

Lo de acercarme a beber ya es otro cantar pues el gran agujero que hay en la pared y se adentra en las profundidades de la montaña no es que me seduzca demasiado. 

Toca subir ahora este rampón que hay para poder bajar hasta la fuente, solo son 40 metros pero hay que subirlos. Llego al camino, continúo a la izquierda y llego a la carretera asfaltada que, también a la izquierda, me bajará hasta Casas del Río. La carreterita baja junto al barranco y deja unas espectaculares vistas de algunos de los últimos bosques que conservamos en Valencia. 

Una joya digna de ver y de disfrutar del aroma (que bien huelen los pinos, cuando el sol los calienta… El Último de la Fila) sigo con la bajada que por momentos se torna eufórica, pero con la fina gravilla que se acumula en los laterales me hace poner un puntito de sensatez en esta endiablada bajada. Aun así la velocidad de crucero es realmente alta. 

Casi al final hago otra parada para observar el curioso maridaje de colores de la tierra, este fenómeno se debe al tipo de arcilla yesífera que hay en la zona y que también he podido ver, en menor medida, cerca de las salinas. Afronto ya los últimos metros de esta loca y espectacular bajada entrando en el pueblo, aunque recordar que se trata de una pedanía de Requena. Llego a la fuente del la plaza de la iglesia. 

Allí me refresco y aprovecho para hacer una foto de la fachada de la iglesia y del precioso mosaico de azulejos que la adorna. Justo cuando iba a llenar la mochila se acerca un amable señor que me indica que el agua de la fuente del polideportivo es mejor ya que se trata de agua de manantial y no de la red como es el caso de esta fuente. Así que allá que voy a por agua. No sé si será mejor, pero más fresquita sí que está. Vuelvo hasta la iglesia y bajo hasta el lavadero, otro más que poner en mi colección. Sigo el camino del río y llego hasta la noria. 

Espectacular. No hay otra palabra, bueno sí pero esta está bien, la define. Hoy, a diferencia de la visita en mi anterior ruta por aquí: http://bikepedalvalencia.blogspot.com.es/2014/06/casas-del-rio-los-sardineros-casas-del.html la zona de baño está a rebosar y el ambiente festivo y bullicioso del lugar me impele a hacer unas fotos rápidas y continuar con mi ruta. 

Cruzo el puente, giro a la izquierda y me adentro en el camino que recorre la otra orilla del pueblo hasta llegar al puente. 

Este camino se convierte en senda en el último tramo antes de llegar al puente de la carretera de Cofrentes. La senda es ancha y fácil de recorrer, tan solo un par de escalones como obstáculo a mencionar para los ciclistas.  

El resto un agradable paseo por un sendero botánico muy bonito y aseado. Junto al puente comienza otra vez el asfalto que en algunos tramos de subida me pondrá a prueba, más por el calor acumulado que por la presión de las subidas. Así llego hasta el puente sobre el barranco del Nacimiento, al otro lado unas casas que supongo será Basta de Abajo y pertenecerán a la estación eléctrica que allí hay junto al salto de Cofrentes. 

Inmediatamente después una bifurcación: a la izquierda el camino cruza el río por otro puente y se dirige hacia las Casas de Alcance y la N330, a la derecha el camino comienza la subida al antiguo poblado de Basta que albergaba a los trabajadores de la central hidroeléctrica. También tenían allí una pequeña ermita que visitaré tras la subida. A estas alturas de la ruta, del mediodía de agosto y de la paliza que aún llevo de la semana pasada, las fuerzas empiezan a flaquear y busco fuentes con las que refrescarme como sea. Igual, después de todo no hubiera sido mala idea meterme en el río y darme un baño. 

Llego al poblado reconvertido en hotel y la ermita en fachada de entrada al mismo. Continúo la carretera que aún sube un poco más hasta el campo de golf, una verde y fresca alfombra regada con lluvia de aspersor y en la que muy a gusto me tumbaría a descansar. 

Pero en cambio sigo pedaleando en una curva con una rampa endiablada, solo es una rampa pero telita. Unos metros después a la izquierda se abre un camino que entra en el bosque y se dirige hacia el conjunto de edificios y casas del Balneario de Cofrentes. 

Allí bajo la fuente solo me falta descalzarme y meterme dentro. Meto la cabeza bajo el chorro hasta saciar las ganas de frescor y dejo que el agua me empape la ropa para darme unos minutos de frescor en el cuerpo. 

Luego visito el complejo llegando hasta la ermita que se encarama sobre unos escalones bajo la pinada. Las ganas de cerveza aprietan y pongo rumbo al río al que tendré que volver a bajar. Bajada rápida por camino de tierra y con algún que otro bache y vistas sobre el puente y la central. Ya a pie de río retomo el camino que antes era asfalto y ahora de tierra. Un paseo al más puro estilo riíto Turia allá en Riba Roja. La diferencia es que el Parc Fluvial del Turia está casi abandonado de la mano de dios, no digamos ya de las excelentísimas e ilustrísimas instituciones que se tendrían que estar preocupando del mantenimiento y cuidado del mismo, en cambio este es un camino ancho, abierto y que permite un bonito y agradable paseo disfrutando del paisaje y del entorno. Igualito. Pero la sorpresa llega bajo el monumental puente sobre la N330. 

Allí hay un par de zonas de baños habilitadas con un césped espectacular y unas mesas de picnic bajo los árboles que dan sombra. Sencillamente espectacular. 
 
Pasado este “oasis” llegan las vistas de Cofrentes con el Cabriel bañando los pies de la peña sobre la que se asienta el pueblo y el castillo, otra vista espectacular que perdurará en mis retinas. Afronto la subida al pueblo y ante la hora que se me ha hecho dejo la visita al castillo y la ermita para otra ocasión, una buena escusa de inventarme otra ruta por la zona y seguir disfrutando de este maravilloso entorno que nos ofrece Cofrentes, un pueblo que “solo” tenía una central nuclear. 

Tras cruzar el puente sobre el Cabriel y el incipiente embalse tomo el desvío a la derecha que me lleva al área de recreo donde me espera Teba para comer y tomar unas más que merecidas cervezas, eso tendrá que esperar pues vamos a trasladar el campamento a la zona de baño bajo el puente y pasar allí el resto de la tarde. Inmejorable.






Track de la ruta: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=14513641