martes, 14 de septiembre de 2010

Una nueva en la familia

Ya había cumplido de sobra. Tras 3 años y medio de intenso rodaje, miles de Km. y de pedaladas, de subida terribles y bajadas trepidantes a saco por todo tipos de terreno, piedras, baches, roderas, agujeros como abismos, gravilla y también, como no, pistas en perfectas condiciones o asfaltadas, se había ganado a pulso un buen retiro. Después de recorrer juntos mil y un caminos, cientos de rutas extraordinarias y varias docenas de rutas míticas, de sudar y de sufrir juntos, y de tirarme cuando no quería que la metiera por ciertos sitios, después de todo eso, ya era hora de cambiar de bici y permitirle, por fin, un retiro dorado en manos de alguien que no le meta tanta cañita brava. Las exigencias cada vez mayores a las que sometemos a las máquinas hace, sino imprescindible sí al menos recomendable, cambiar o mejorar los componentes de las bicis. Cambiar componentes sobre el antiguo cuadro no era lo más inteligente ya que al final salía más caro y las prestaciones del viejo cuadro tampoco es que fueran las mejores. Después de haber visto con sana envidia el cambio de bicis de mis compañeros hace casi un año, yo tenía pensado esperar a finales de este año para meterme en este fregado. Pero los acontecimientos se habían precipitado en las últimas semanas y esto obligaba a acelerar los trámites e incluso saltarse algún paso intermedio. Y una vez empiezas "a mirar" ya sabes que eso no se va a quedar así. Como bien se dice en una película… “mira pero no toques, toca pero no desees…”, La "Dilin" ya se veía venir el retiro cuando empezaron a entrar en casa revistas y catálogos de bicis.
Comenzaba ahora la parte más difícil del asunto. No es cuestión baladí elegir la bicicleta adecuada y que entre dentro del presupuesto. Además también es importante, muy importante, que la bici elegida te guste. Estética, componentes, geometría, tallas, colores y precio. Agitar e intentar que no se salga de madre, ahí es nada. Si todo esto no fuera suficiente también está la presión que meten los compañeros; ... que a ver que te vas a comprar, que no metas la pata, que estos componentes van de categoría, que esta marca es mejor que la otra, que esta tienda te atiende mejor, que mi bici es más bonita... y claro hay que estar a la altura. Otro elemento más a la batidora y a seguir agitando. Buscas por Internet, recorres las tiendas más próximas, recolectas precios, sensaciones cuando ves una bici, vas, poco a poco descartando algunas cosas y apostando por otras de manera definitiva. Y cuando ya lo tienes más o menos claro se presenta una oportunidad única de comprar una bicicleta de segunda mano por menos de la mitad de su coste original, y además reúne todos los elementos que había metido en la batidora; hasta el precio encaja en este puzzle de mil y una piezas. Total que me voy de la tienda con la bici "nueva" y allí se queda la "dilin" viendo como me alejo por última vez en ruedas de otra. Y yo con un sentimiento de tremenda alegría por la nueva adquisición y un sabor amargo de saber que dejo atrás a una compañera increíble que lo ha aguantado todo sin desfallecer y que el rendimiento de la máquina ha estado, creo, por encima de sus posibilidades y al nivel de la mejor bici, incluso con sus limitaciones. Así que esto no es más que un homenaje, un epílogo a una divertidísima relación que acaba con estas líneas.
Comenzaba una nueva etapa. Salía de la tienda, solo para ir a probar la que esperaba sería mi nueva bicicleta. Y que mejor que probarla en un entorno agresivo, de máxima exigencia y que no da tregua, solo apto para las mejores máquinas. La Rodana. No todas y todos suben, y no todas las que suben lo hacen bien. Pero es que luego hay que bajar, y eso también tiene su aquel. No nos llevemos a engaños: esto no es una ruta de freeride o enduro cañero, no es una etapa alpina o un Pedals de Foc, pero para lo que yo busco es un entorno que te da la verdadera dimensión de una bicicleta, la pone a prueba de forma rotunda y contundente. Así que para allá que voy. Rodando por los alrededores de Porxinos que es terreno suave, voy acostumbrándome a los grif shift de mi nueva y flamante Zesty 914.
Voy cogiendo sensaciones, casi respirándolas. La horquilla de 140, y la geometría más endurera de la Zesty aún no han dado ninguna posible queja por mi parte. Y llega el momento de la verdad cuando tomo el camino de subida hacia Les Rodanes. Voy a buen ritmo, subiendo con cadencia y cambiando de desarrollos a propósito para buscarle las cosquillas. No se las encuentro. Los x.0 de sram y el desviador xt de shimano se entienden de maravilla. Abro y cierro la horquilla, la suspensión, da igual, de cualquier manera los baches no se notan y la pérdida de potencia en la pedalada tampoco la noto. Quizá es por mi forma de subir, siempre lo hago con más potencia que cadencia y eso favorece a enmascarar la contaminación de la pedalada. La bicicleta no se inmuta. Llego al aljibe de cazadores y empiezo la bajada hacia la Bassa Barreta. La rueda trasera más rodadora que montañera se extraña de estar en este terreno e intenta poner alguna queja que rápidamente es corregida por la rueda delantera y un toque preciso de freno. Sabedor que necesitaré algo más de tiempo para acostumbrarme a este tacto en el tren trasero decido cortar un poco la aceleración e ir controlando la bajada sin frenar pero sin dejarme ir del todo. La segunda subida hacia la luz más de lo mismo, sin complicaciones. Vamos a por el plato fuerte del día. Paso los pilares y antes de volcar el peso sobre el manillar noto como la bici "casi" pide más. Se lo doy. Pedaleo sin volcarme hacia adelante y la bici responde a la perfección. No se encabrita de delante ni cogiendo piedras a propósito para que se levante la rueda. De detrás no patina la rueda en ningún momento así que no pierdo tracción ni queriendo. La parte más rota de la segunda rampa fuerte, aquella llena de piedras de rodeno la supero sin ningún problema. El esfuerzo es más por el ritmo que me he impuesto que por la dureza de la rampa, que, si la estuviera subiendo a tren casi no me estaría enterando. La última rampa con tanta piedra y encima con los badenes es donde espero que por fin intente encabritarse la bici, nada de nada. Así que llego arriba pletórico de euforia porque esto me convence que la geometría es, no solo adecuada sino perfecta para lo que yo ando buscando. En la bajada la voy controlando porque intenta escaparse en cuanto suelto las manetas de freno. En la luz giro a la derecha para hacer la bajada rápida hacia Horquera. En esta bajada no puedo retenerla, o mejor dicho, nada me puede retener. La emoción y velocidad me pueden más que la prudencia y me dejo llevar. Cojo velocidad a marchas forzadas, la horquilla se lo come todo sin inmutarse y sin gran complicación, llegando a la curva tiro de frenos y estos, bastante más progresivos que los formula responden sin complicaciones. Así que si la subida no me había convencido del todo la bajada me lo corrobora, "avemus bici" pienso para mis adentros. En cuanto a componentes y geometría ya lo tengo claro. Mañana haré una ruta más variada y con más cañita brava para intentar sacarle los colores, o al menos algún ruidito que pueda tener escondido por ahí. Será un examen en toda regla.
La ruta de hoy la empiezo subiendo a las antenas de Riba Roja, primero subiré junto a la escuela hacia los chalets cerca del seminario. La rampa es corta pero intensa, primera prueba superada. La subida a las antenas sin mayores complicaciones para la máquina, para mis pulsaciones ya es otro cantar. Bajando encuentro más seguridad conforme más apuro la frenada. Tranquila, aún te tengo más pruebas guardadas, vamos a por ellas. Por las canteras hacia el polvorín. La rampa esta es de las que no perdonan. Bajo los pinos, nada más empezar, la pinocha mulle el suelo y hace difícil la tracción. Es como si no estuviera allí. Llego arriba y casi me siento observado por la novata que está deseando sacarme los colores ella a mí. Bajo, como era de esperar, sin problemas. Me voy hacia la Muntanyeta. Pero en lugar de subir por el camino de siempre me meto por el lateral de la cantera y subo entre los invernaderos. Este camino que solo lo había subido una vez y ya hace tiempo, está en penosas condiciones de ciclabilidad, perfecto. El camino está roto de solemnidad, pero cada pedalada encuentra su correspondiente agarre en este firme desfigurado, no se como lo hace pero el terreno parece "asfaltarse" bajo sus ruedas. Giro a la derecha para llegar al inicio de la subida a la montaña.
Ni la gravilla ni la pendiente hacen que se levante la rueda delantera o que patine la trasera. Estoy alucinando ya que esperaba un comportamiento más rebelde por su calidad de endurera. Sigo en mis trece de encontrar algún lugar por donde hacerla sufrir. Le meto bajada por el camino casi olvidado de detrás. Con la "dilin" ya bajé por aquí con alguna dificultad, pero como por aquel entonces también era nueva, la diferencia con la anterior bici hizo que aquella bajada me pareciera portentosamente fácil. Esto si que es una bajada portentosa. Trazada técnica y bajada de baja velocidad para meter la rueda por el hueco. Cuando la precisión de la trazada no es todo lo precisa que me gustaría las fox actúan con absoluta contundencia y fiabilidad poniendo suavidad en medio de este campo minado. Se me acaba el terreno y no le encuentro pegas. Tendré que poner toda mi imaginación para encontrar algún terreno complicado por las inmediaciones. Ya está. Bajo hacia Loriguilla por el camino que se desvía del de la Basseta Blanca. Es un camino rápido pero sin problemas, un terreno donde darle un pequeño respiro y hacerle creer que esto se ha terminado. Luego subo hacia el camino de Cheste y de allí hacia Riba Roja. Cuando se acaba el tramo nuevo asfaltado me desvío a la izquierda antes de empezar la subida hacia la rotonda allí en Riba Roja; ya se que es un poco lioso saber el camino que estoy describiendo, tendréis que mirarlo en el mapa, pero no se como explicarlo mejor. El caso es que este camino sube a la montaña que hay al Sur del pueblo y desde aquí arriba hay unas vistas impresionantes. Esta montaña es una de mis favoritas para hacer una salida senderista de poco más de una hora. La parte final de la subida por este lado es una rampa monumental por terreno de piedra fina, casi como una graba gruesa. Aquí si que tengo que hacerle levantar rueda. Pongo ritmo y desarrollo de subida y voy ascendiendo. Esto se acaba y no hay manera, ahora soy yo quien tengo que volcarme en el manillar para poder seguir pedaleando y tener más fuerza sobre los pedales, pero de levantarle rueda nada de nada; pues voy a meterle piedra y así que se encabrite, ¡zas! horquillazo que te crío y bache superado, si no fuera por lo contento que estoy con este comportamiento me estaría desquiciando de no poder levantarle rueda ni queriendo. Llego arriba y me paro junto al pino, las pulsaciones disparadas y el corazón intentando salirse por la boca. Me siento a la sombra a recuperar un poco el aliento mientras alucino del excepcional comportamiento de la bicicleta. Ya solo me queda bajar por el camino que va a salir al polideportivo del pueblo. Este camino no va a suponer ningún impedimento para las extraordinarias cualidades bajadoras de la bici, tan solo, y eso es otra de las cosas que intento sacarle, podría encontrar algún ruidito que me hiciera incómodo el rodar con la bici y que podría echarme atrás en la decisión de compra. Si con la "dilin" ya pude bajar por aquí, con esta seguro que mejor.
Así que me dispongo a disfrutar de esta bajada técnica y rápida en algunos momentos. Me meto por los máximos baches que puedo afinando el oído para localizar ruidos inexistentes. Llego abajo eufórico en todos los sentidos. Conclusión: es rodadora como la que más, si la pones a subir no desentona, es más, esa es la cualidad escondida que tiene esta bici y por la que más gratamente me ha sorprendido, y bajando sus 140 de horquilla se meten por todos sitios, si con la otra bici no tenía excesivos problemas bajando con esta tengo todas las garantías y ya estoy deseando volver al dichoso Mompedroso que fue capaz de ponerme en jaque, se va a enterar. Me voy a la tienda a cerrar la compra y hacer el pago, esta ya no se escapa. La "dilin" ya sabía el otro día, cuando me vio salir con la Zesty, que no volveríamos a rodar juntos, la verdad es que yo, al contrario que ella no lo tenía tan claro.