miércoles, 22 de julio de 2009

RibaRoja-5 Cumbres

Ruta publicada en: http://rodaipedal.blogspot.com/

"Ascender una montaña es un esfuerzo duro, y para muchas personas, incluso un esfuerzo inútil. Pero yo siempre he salido ampliamente recompensado"
Josep de Tera

Como mano de póker no estaba mal, una pareja de reinas puede ser una buena mano ganadora: una reina por La Rodana, la otra por la etapa reina en que se iba a convertir esta rodada por los alrededores de la base, pero, puestos a subir la apuesta mejor buscar color, aunque con la altura que estaba tomando el envite esto iba de escalera, de color claro. Pero, en el último momento un repóker de damas que no de reinas, pues esa solo hay una, sería la mejor mano y la apuesta ganadora. Con el calor de la jornada y el desnivel a subir, esto solo podía acabar en jaque mate.

La pregunta de porqué se sube esta crónica ahora, pues muy sencillo, entre preparar la crónica, conseguir las fotos y demás se plantó agosto llamando a la puerta y tal como lo calificamos este año "el loco agosto y sus locuras" (cada cual las suyas), esta crónica se había quedado en el tintero y ya ni me acordaba de que estaba por ahí pululando. Pero como más vale tarde que nunca, pues aquí está.Desayuno frente a la ventana viendo como el día trae una claridad de las montañas de La Calderona que indican una visión preclara para todo el día, pues el ponientazo que hace ya marca a estas horas, las 09.00 de la mañana unos nada despreciables 30ºC. Como el calor no es algo que me afecte y menos el poniente, que lo prefiero al clima húmedo, me pongo en marcha más contento que unas pascuas, en dirección a mi primer destino, La Montieleta. Bajo hasta el camino del río inyectándome una dosis de velocidad para empezar la jornada, esto prometería si no supiese de antemano lo que me espera. Hoy no voy a descubrir ningún camino, todos están trillados de antemano, así que voy mentalizándome para ver si consigo o no mi objetivo. Como pudimos ver en la nocturna los puentes hacia arriba ya están abiertos y en algunos de ellos incluso ya se han desmantelado los tubos que hasta ahora hacían de puente. Llego hasta el desvío que me sube hasta el cruce del monasterio cisterciense y veo que las zanjas que abrían el camino están tapadas por fin. Giro a la izquierda junto a la balsa de riego. En la distancia, La Rodana me mira o se esconde según mi avance, a través de las almenas que coronan el muro de la balsa, y me voy hacia la urbanización Vilanova, de allí cruzaré la carretera para coger el primer camino, y dirigirme hacia La Montieleta que ya la veo enfrente, por la partida dels Cremats. Los restos de los antiguos “catxirulos” me observan impertérritos, como si la cosa no fuera con ellos. Llego al desvío de la urbanización valle del Turia y el camino se pone para arriba, que novedad. Hoy no habrá perros que salgan a importunar, hace demasiado calor incluso para ellos. Ni siquiera el polvo del camino se atreve a elevarse en el incendiario aire que estoy respirando, el chaparrón de ayer tarde a dejado el polvo apelmazado y pegado al camino, mejor que mejor. La parte de asfalto es en principio para abajo, si un novato me acompañara tendría una idea muy equivocada de a qué hemos venido hoy. Pero esta impresión pronto cambia cuando llego al desvío que me lleva a los pies de la montaña.

Estas rampas subidas mil veces no son de las más duras que conocemos pero se agarran con saña a las piernas, además por eso de la “poca dureza” tienen un nosequé especial que nos hace intentar subirlas a ritmo, así que llegado arriba estoy con los pulmones por fuera. Un rápido descanso en la sombra y para abajo que aún queda mucho por hacer. Carril bici hacia Llíria. Desvío a la izquierda a la altura del almacén de cebollas y la carretera se vuelve a empinar. Hoy encuentro mucho tráfico de coches, bueno mucho… para lo que estamos acostumbrados si. Me esfuerzo en llegar lo antes posible a las sombras que perlan el camino, una vez allí dentro intento ralentizar el ritmo para que dure el fresquito.
San Miquèl a la derecha, Santa Bárbara enfrente de mi avance son los dos siguientes objetivos, en ese orden.
Callejeo dentro del pueblo para llegar a la primera rampa junto a la curva. Si miras hacia delante es peor. Así que clavo la mirada en la rueda delantera como cuando era pequeño e intentaba aprender a ir en bici, y un pensamiento de “para traer aquí a alguien que quiera aprender a ir en bici” cruza mi mente con una pícara sonrisa. Vuelvo a pensar que esto es lo peor de la subida igual que ya hiciera la última vez que vinimos aquí, pero al llegar a la curva observo como vuelvo a estar equivocado. Zigzagueando a lo ancho del camino intento suavizar la crudeza del desnivel, apenas lo consigo. La siguiente curva parece darme un pequeño respiro, tan pequeño que no lo noto, o al menos eso creo. De todos modos gracias, esto, poco a poco se va acabando. Un par de curvas más y será mía. Agradezco no tener un pulsómetro pues de lo contrario en lugar de ir a mi siguiente objetivo me iría directo al hospital pues, este ritmo cardíaco no puede ser bueno.
Este descanso lo estiro más que el anterior, entre otras cosas porque las vistas se magnifican en todas direcciones de manera colosal. La Calderona es un cuadro cercano esperando el último toque de mano. Hacia poniente, la Sierra de los Bosques se muestra mayestática e imponente en su desnudez, los árboles hace tiempo que la abandonaron consumidos por las llamas, muy probablemente en un día calido y ventoso como hoy, aun así, a lo lejos se observan volutas de humo de la quema de rastrojos, no se como se autorizan esas quemas en días como hoy o como hay irresponsables que encienden fuego sin autorización. Ahora mismo mientras os cuento esta crónica La Calderona, por la parte de Segorbe, arde hasta los cimientos a juzgar por las columnas de humo que elevan el alma de los árboles hacia un cielo cansado de acogerlas.Contemplo extasiado el paisaje montañoso a lo lejos; más cerca veo como nuevas carreteras que hace apenas dos años no existían acercan más los pueblos y preparan el desembarco de nuevas urbanizaciones y más cemento en la poca zona de huerta que queda entre aquí y Valencia allanando el terreno a la gran metrópoli. Me pongo en marcha nuevamente intentando ganar velocidad para dejar atrás las ideas cataclísmicas que estaban comenzando a aflorar en mi mente. Antes de quererlo ya estoy llegando a la altura de las primeras casas, y con ello exprimiendo a tope los frenos pues de lo contrario no conseguiré detener la bici a tiempo. Busco las calles que me llevarán al inicio de mi siguiente objetivo y lugar elegido para el almuerzo y descanso del guerrero.


La subida a las ruinas de Santa Bárbara es un vía crucis en el sentido más estricto. La rampa es llevadera en todo momento, pero curva a curva estás deseando que se acabe y con cada nuevo tramo los ánimos por acabar se dinamitan junto con tus fuerzas. Llego arriba con el alivio del que encuentra una buena sombra al final de este suplicio. Me quito la mochila de la espalda para comprobar que esta zona resguardada del sol y el aire caliente es la única que está chorreando, el resto del sudor se seca al mínimo contacto con el aire, por lo que es importante beber en todo momento. Admiro el nuevo retrato en azulejos de la santa en el óvalo de encima de la puerta, las otras veces que hemos venido no estaba, por lo que deduzco que es algo reciente, igual que el haber limpiado las pintadas que había en las paredes y la cruz.
Almuerzo a la sombra de los pinos en un banco de la plazoleta con el continuo e inagotable cantar de las chicharras más fuerte cuanto más calor hace. Un momento después este sonido se hace tan natural como respirar y me centro en el silencio de la soledad que me envuelve. Solo la compañía del almuerzo y la cerveza serán testigos de este encantador momento. Teléfono en mano estoy tentado de enviar un mensaje a los esforzados currantes que no pueden disfrutar de este momento, pero el temor a una réplica contundente en plan “cabronaso” me hace desistir, ya se lo contaré de viva voz y les podré ver las caras. Un pequeño descanso después de las viandas marcará el toque de arrebato, es hora de continuar; la reina me espera. Bajo por la senda de detrás, esta vez en lugar de bajar la parte de piedra que es más técnica y peligrosa (el costalazo del lunes me ha vuelto más prudente), encuentro otra vía de salida sin desmerecer este tramo técnico pero quitándole todo el riesgo de caídas, mucho mejor así. Rodeo la pirotecnia y enlazo con la bajada hacia el carril bici; esta bajada muy rápida y divertida se verá interrumpida por unos coches que me preceden y que me harán frenar completamente. Una vez abajo es cuando el viento de poniente impondrá su fuerza y me acompañará en el resto de la etapa. Llegar hasta Vilamarxant se tornará penoso en ocasiones por la fuerza del viento de costado pero algo en contra. Desde la pasarela nueva sobre el Turia, la figura del campanario y cúpula de la iglesia y muros del castillo enmarcados por La Rodaneta Parda, ponen una pincela artística rematada por la grandiosa figura de La Rodana. Subo hacia el pueblo y lo cruzo en busca de mi objetivo. La plaza arde bajo el inclemente sol de mediodía. Camino del polígono industrial el calor aprieta sobre el tramo de asfalto pero, esto no será nada en comparación con las bolsas de calor que encontraré subiendo la montaña, pero sobre todo bajándola camino de la Bassa Barreta. Llevaba casi dos años sin subir la montaña por este lado y en una semana la he subido tres veces, lo que son las cosas. Que contar de esta subida que no sepamos ya. Efectivamente una cadena cruza el camino de subida allá en la luz, tal y como nos dijo Carlos el día de la nocturna. Eso contribuye a que el camino no esté tan deteriorado. Antes de iniciar la subida hago un alto en la sombra y me cruzo con un retén de bomberos que me miran con un interrogante en los ojos.

Ataco la primera rampa, la más dura para mí, agradeciendo el estado del firme, que como en la anterior ascensión sigue en perfecto estado. Superado este tramo todo se vuelve más fácil, ya solo es cuestión de dar pedales, eso sí volcado en el manillar. Los vierte aguas de la última rampa, a fuerza de experiencia hemos aprendido a atacarlos de lado para matar el que se encabrite la bici, eso siempre que tengamos un poquito de fuerza aquí arriba que nos permita trazar por donde queremos nosotros y no por donde quiera el cansancio. Llego arriba agotado. No es para menos, la temperatura rozará los 40º, pero además es que llevo subidas 4 cumbres que por sí solas son final de etapa. La sombra del vértice me acoge intentando protegerme del implacable sol que se desploma desde el cielo, no así del viento árido y abrasador que en rachas cercanas a los 80km/h sopla aquí arriba, un voluntario de vigilancia forestal me lo confirma. Charlamos un rato sobre el peligro de incendio en días como hoy y vemos como entre Chiva y Calicanto unas torres de humo indican la presencia de algún fuego, esperemos que controlado pues según su emisora no hay en estos momentos ningún conato de incendio declarado. Me despido de él con los mejores deseos de buena salud para nuestras queridísimas montañas y me lanzo hacia abajo. Con la velocidad del descenso es cuando notaré más el paso por esas bolsas de calor. En algunos puntos la falta de viento hace que la temperatura suba de forma brutal, y al entrar en ellas notas que el aire quema en los pulmones y abrasa la piel. Bajo rápido, bastante más que el otro día por la noche pero con precaución, no sea que me encuentre otro camión de bomberos a la salida de una curva. Paso la laguna sin parar, hoy que no hay nadie, y llego enseguida a la carretera de Les Plantaes o camino del trinquet para nosotros. Solo me queda una cota más y habré cumplido el reto. Eso si. Voy a cambiar la muntanyeta por el alto de las antenas de Riba Roja.


La subida es más corta pero con rampas más intensas, y como hoy he cambiado la base de salida también voy a cambiar estas dos cotas, ¿algún problema? Si alguien duda de la dureza de esta atalaya que la suba y después hablamos. De Les Plantaes hacia el polideportivo de Riba Roja la carretera de asfalto permite un rodar rápido y constante con el viento ahora sí, de cola. Por toda la antigua vía hasta el colegio de la asunción, derecha y toda la calle hasta el final y entonces un camino de cemento que tira para arriba a la izquierda, al final sale una senda que nos lleva a otro camino a la derecha y luego a la izquierda hasta que vemos la rotonda. Ahora cuidado, hay que cruzar la carretera para llegar al objetivo que ya lo vemos ahí enfrente. Por el camino del seminari iniciamos la subida por asfalto nuevo y reciente que se agarra como una lapa. Tal vez no halla más de 300 metros de subida, pero las rampas son durísimas para una cota de tan poca consideración, sobre todo justo a mitad de recorrido. Ya arriba solo queda saborear la victoria sobre los elementos tanto atmosféricos como geográficos, y sobre todo, la victoria sobre uno mismo alcanzando un nuevo reto que antes de empezarlo no esta completamente convencido de su éxito final.