Tras la batalla del sábado en Alcalá del Júcar no tenía el
cuerpo para muchos ruidos, así que hoy tocaba una ruta sencillita; pocos
kilómetros, poco desnivel, y mucho de visita turística. Y es que Chelva merece
una visita con tiempo y detalle. Al final y sin proponérmelo he hecho un recorrido por gran parte de las ermitas del pueblo, a ver si un día me animo y las uno todas en una sola ruta. Pero vamos a empezar.
Salía tarde de casa ya que no iba a ser muy larga la ruta de
hoy. Ya me estoy acostumbrando a coger la CV-35 entre Calles y Chelva; primero por la vía
de servicio, luego el tramo del puente, sobre un pequeño barranco, que es insalvable. Un poco más adelante, y con eso de
ir de ruta de exploración, he tomado un camino a la derecha para recorrer la antigua
CV-35 y abandonar definitivamente la carretera principal, tramos que ya están prácticamente abandonados y que sirven como vía de
servicio. Estos tramos suben y bajan los diferentes barrancos que hay en la
zona así que te ponen un punto de dureza en las piernas.
Poco antes de la
rotonda de entrada al pueblo está la ermita del Loreto, un precioso edificio
que destila calma por todos lados, hoy no me he acercado a la parte delantera
que es la más bonita, pero como ya la conocía de otras veces y tengo las fotos
me ahorro esos metros. Tras la ermita y en segundo plano queda otra ermita
encaramada a un altozano que domina el pueblo, la ermita de san Cristóbal,
tampoco llegará hasta allí hoy. Entro en el pueblo para ver las casonas de
época que dominan la carretera a su paso por el pueblo. Giro a la izquierda
hacia el gimnasio municipal y me adentro en la parte vieja del pueblo. La torre
de la iglesia es visible desde muchos sitios; entre dos callejones, por encima
de unos tejados, a través de un parque, etc. Es una estampa casi omnipresente,
casi como el pico del Remedio por toda la zona.
Callejeo sin dirección ni
rumbo, tan solo quiero gozar del ambiente de la parte vieja del pueblo. Calles
estrechas, algunas con escaleras en medio para poder salvar la pendiente, casas
viejas y modestas pero bien pintadas y cuidadas. Es el barrio morisco de el
Arrabal. En la plaza hay un cartel donde se indica un pequeño itinerario por
él. Aquí hay una fuente y un par de fotos bonitas.
Giro a la izquierda y callejeando llego hasta la
ermita-mezquita de la Santa Cruz, una pequeña y coqueta construcción
que ya me impresionó en anteriores ocasiones, pintada de un azul desvaído y con un
soportal de madera y su puerta de medio arco en piedra…, no se lo que puede
quedar de mezquita ya que no la he visitado por dentro y nada afuera, salvo el
nombre, indica que siga siendo mezquita. De frente a ella y a la derecha se
sigue bajando hasta la ruta del agua, aunque antes se pasa por otra ermita con
una fuente en la fachada, es la ermita de los Desamparados, otra pequeña joya
que hay que visitar.
Casi a partir de aquí la bajada no es ciclable en un buen
tramo, ya que es una ruta con escaleras que impide ciclarla, de hecho se podría
bajar pero si no se puede subir yo la considero no ciclable. Desde la ermita
doy la vuelta y retrocedo hacia la plaza, allí a la izquierda hacia una
monumental casona que dejo a mi izquierda, poco a poco voy adentrándome en el
barrio judío pero el estilo de las casas y las calles no cambia mucho. Así
llego hasta la plaza del ayuntamiento y la iglesia. La rehabilitación de
algunos edificios deja ver todo el esplendor de estas edificaciones. Y la
iglesia.
Una monumental iglesia que deja clara la vocación religiosa de este
pueblo. Esto también queda patente en los múltiples grabados y cuadros de
cerámica dedicados a santos y beatos que hay en muchas fachadas. Las fuentes
son otra de las características del pueblo. Hay muchísimas donde poder
refrescarnos y cargar la mochila. Sigo sin rumbo fijo por dentro del pueblo,
solo quiero empaparme de este ambiente que nada tiene que ver con la gran
ciudad, incluso con la parte más nueva de Chelva. Sigo vagabundeando entre
casas pintadas de blanco mezcladas con nuevas construcciones que, algunas,
mantienen, sin demasiada estridencia, la atmósfera de las casas colindantes. Y
así llego, sin darme cuenta, a la capilla de la Virgen de la Cueva Santa. Una
singularísima capilla soterrada por debajo del nivel de la calle. Lastima del
coche aparcada en la mismísima puerta,
si no llega a estar cerrada se mete dentro.
Continúo bajando hasta otra fuente
casi a las afueras del pueblo hacia el río Tuejar. Luego subo hacia la
residencia de la tercera edad, cruzo la carretera y tomo una calle a la
derecha, es una zona de nueva construcción, adosados y fincas coparán este
nuevo ensanche del pueblo, pero me interesa más una vieja construcción: el
lavadero.
No tiene nada destacable y sin embargo es especial, siempre me llaman
la atención estos lugares. Ya en la carretera giro a la derecha y salgo del
pueblo en dirección Tuejar.
Nada más salir está, a la derecha, la bajada hacia
el área de recreo de Molino Puerto, aquí tengo una bonita vista del monasterio
y del corte que hace el río Tuejar en la montaña para llegar hasta la playeta y
la ruta del agua. Tras la foto giro a la derecha por un camino que se adentra
entre pequeños huertos regados por acequias que bajan desde el canal principal;
este canal nace en el azud romano allá en Tuejar, tal como pude comprobar en la
ruta: http://bikepedalvalencia.blogspot.com.es/2012/04/habia-pensado-una-ruta-corta-pero.html
Sigo subiendo por caminos estrechos hasta el
mismo canal, allí a la derecha y ya veo mis dos siguientes objetivos del día:
fuente La Gitana ;
de la que veo su enorme y preciosa arboleda, y tras ella la Torrecilla ; encaramada
en su altozano y siendo testigo mudo de los muchos cambios que va sufriendo el
pueblo y toda la zona, como el brutal incendio de la semana pasada en la zona
de Bercuta. Unas pedaladas después estoy en la fuente, pero antes me llama la
atención la montaña que queda a mi izquierda y que tiene un camino delimitado
de pinos. Es el cerro Cojanta y arriba está el depósito de agua del pueblo. Allá
que voy. La subida está salpicada desde el inicio de grava gruesa y piedras más
gruesas todavía. La pendiente se pone brava a la primera de cambio y no afloja
en toda la subida, así que tengo que ir tirando de potencia y haciendo equilibrios
para meter la rueda por donde menos piedras hay. A veces las propias piedras no
permiten el giro y me llevan por donde quieren, solo conseguiré cambiar la
trayectoria a base de potencia de pedalada y giros bruscos del manillar. Claro
que la potencia y el derrapar tampoco son muy efectivos, a todo esto se unen
los goterones de sudor que me salpican las gafas y me escuecen en los ojos,
esto ya no es un clima tan seco como el del sábado. Veo ya el depósito de agua
arriba y me empeño en conquistarlo. Mi trabajo me lleva, pero al final la rampa
cede junto al depósito y logro coronar este montículo, mi premio sería que
hubiera por aquí un V.G. de los muchos que hay por ahí de categorías 2, 3 y 4
sin identificar ya casi en ningún sitio. Pero no tengo esa suerte.
La
recompensa serán las magnificas vistas tanto del pueblo como de toda la
contornada. Y especialmente del pico del Remedio que se eleva como un coloso
hacia el norte, o sea, hacia arriba. Saciada mi sed de panorámicas bajo con la
precaución que infunde un camino lleno de piedras y que todavía me deja dolor
en el talón izquierdo, recuerdo de la bajada del Toro. Junto a la fuente paso
por debajo del albergue municipal y llego a la carretera de Chelva a Ahillas.
Giro a la derecha hacia el pueblo, allí encuentro el descansador de san
Sebastián y la acequia Real a sus espaldas. Ese mismo camino a la derecha me
lleva hasta fuente La Gitana. Un
corto camino que me deja bajo la gran arboleda que veía antes. La sombra es tan
densa que cuesta ver con las gafas de sol puestas. Olmos viejos que derraman
sus brazos en todas direcciones y crean una cubierta impenetrable para el sol.
Bajo ellos la brisa se mueve caprichosa y crea canciones con el frotar de sus
hojas. Y luego la fuente.
Sus 20 caños engarzados en una pared de cerámica con
dos pilas crean una estampa de bella factura, a la izquierda un solo caño brota
de la pared como si fuera el original. El almuerzo será aquí, bajo la calma
sosegada que impone la arboleda regada por la fuente. Tras deleitarme con el bocata
y la cerveza me pongo en marcha para llegar otra vez a la carretera, bajo un
poco hacia el pueblo y frente a la entrada del cementerio encuentro la pequeña ermita de la Virgen del Carmen.
Luego me doy cuenta de que lo que siempre
había creído el cementerio no lo es. Si el cementerio lo tengo a mis espaldas…
bajo a comprobarlo y veo que es el calvario, en su interior la ermita de san Sebastian, el recinto está cerrado y además un perro
custodio tumbado a la misma puerta me impide comprobar si puedo entrar o no, no
es muy grande ni le tengo miedo, pero está montando un cirio de tres pares así
que no tengo ganas de seguir aguantando el escándalo. Otro día sin perro
probaré de entrar. Sigo bajando un poco más hacia el pueblo para encontrar la ermita de la virgen de Monserrate, una pequeña ermita de aspecto frágil ante el coloso que sobresale a sus espaldas.
Ahora ya, me dirijo hacia la Torrecilla. Retrocedo y salgo
del pueblo pasada la plaza de toros y campo de fútbol a la derecha, el camino está perfectamente
indicado, así como la Peña Cortada ,
pero no la distancia que hay hasta allí. En Calles hay una señal que indica a
fuente Ciruejelo, pero no pone que está a casi 15Km. ni que hay unos 800 metros de desnivel,
que igual con el mismo esfuerzo llegas a Casinos, en fin. A partir de aquí ya
no hay pérdida hasta el acueducto, la Torrecilla queda en el mismo camino así que más
pronto que tarde llegas a ella. El camino de subida está muy deteriorado y
abandonado pero se puede subir con algo de esfuerzo. La pena es que arriba la
torre está vallada.
Es una torre de origen musulmán, pero está restaurada como
si fuera una torre de nueva construcción, sin rastro visible de su antigüedad
ni origen, lucida en casi su totalidad, la restauración no permite ver la
originalidad de la construcción, para eso igual salía más barato hacer una
nueva, con esta misma técnica mejor que no intenten restaurar el acueducto de
Peña Cortada. Sigo el camino para llegar a unos primeros arcos del acueducto a
pesar de estar aún a más de un kilómetro de distancia. Una arboleda hace las
veces de parking y unos paneles informativos nos indican los dos itinerarios.
Uno sale de frente y se adentra en la pinada y la rambla de Alcotas. Una senda
bien definida que tras salvar el paso de la rambla por unos puentes de madera
llega hasta la base del acueducto para verlo desde abajo. Hoy no opto por este
itinerario, en cambio a mis espaldas sube otra senda bien definida que sigue
subiendo hasta hacerse muy aérea y permite observar abajo, en la rambla, la
otra senda. Esta es la parte senderista de la ruta de hoy. Lo peor son los
primeros metros en subida arrastrando la bici, luego se llega a una cota y se
estabiliza en altura.
Tras una curva llegamos al imponente acueducto. Un puente
de tres ojos y unos 25
metros de longitud permite el paso sin ningún problema
ya que es suficientemente ancho. Por supuesto la bici al lado, ya que una
ráfaga de viento o un pequeño despiste nos puede llevar a una caída brutal.
Tras el acueducto viene la segunda parte: la Peña Cortada. La montaña está
tallada y agujereada para permitir el paso de un canal.
Se puede llevar de la
mano perfectamente la bicicleta. El canal se abre a un lado de la montaña por
una especie de ventanas y luego se vuelve a sumergir en la profundidad de la
montaña hasta un poco más allá, asomando y desapareciendo un par de veces más.
El suelo salpicado de piedras para quedar por encima del agua que se acumula
tras algún chaparrón y que se mantiene debido a la protección de la roca. Ya al
otro lado vuelvo a ver la piedra cortada desde lo alto de la montaña hasta el
canal. Impresionante. Cuesta imaginar el ingente trabajo que hicieron para
acometer esta obra. Se dice que se pretendía llevar agua hasta Llíria ó
Sagunto, en cualquier caso el trabajo para eso hubiera sido faraónico. Ahora
queda la parte más tediosa de la ruta, no por los paisajes ni la dificultad
sino por tener que cargar con la bicicleta es esta casi kilómetro y medio de
bajada, por senda, escaleras y puentes por encima de la rambla.
El último tramo
se hace muy pintoresco con la senda balizada con postes de madera y un puente
sobre la rambla junto a las escaleras de piedra. Desde aquí hay una imagen
bonita de las pozas en la rambla. Poco después llegamos al parking y comienza
el camino que baja hacia Calles. La fuente del Sapejo será el último lugar a visitar
antes de coger el camino en bajada hacia el pueblo, siempre junto a la rambla.
Quería cerrar el círculo pues había hecho la ruta en los dos sentidos pero
siempre volviendo atrás, hoy cerraba el círculo de la ruta del acueducto de
Peña Cortada. Otra de las maravillas de la Serranía.
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