La ruta de hoy me llevaba a
Onteniente; más concretamente a la magnífica zona del Pou Clar, una serie de
pozas naturales que se forman en el río Clariano justo tras el cruce de las
carreteras de Bocairent y Fontanars. Dejo el coche allí mismo en el parking y
bajo, por la rampa que veo al frente a pie de corriente. Para ello tendré que
tomar la carretera un centenar de metros hasta otro parking habilitado en la
zona y por allí cruzo la carretera y tomo la rampa. A esta primera hora de la
mañana la sombra toma el lugar con su manto de taciturna calma que luego el
poderoso calor del sol romperá en mil pedazos.
Recorro el paseo habilitado con
calma para saborear la quietud del lugar observando con avidez las maravillas
que ha hecho el agua deslizándose por la roca, puliéndola hasta conformar
formas de imposible belleza inacabada. También hay ventanucos abiertos en las
paredes horizontales que se asoman al barranco y que son obra del hombre. Tras
la gran balsa que se forma bajo el azud una gran arboleda concederá sombra a
quienes prefieran refugiarse del sol. Allí nace un camino que sube hasta unas
fábricas y unos chalets, rodeo esta zona para buscar la aproximación a la
carretera, tomarla a la derecha y cruzarla enseguida entrando por un camino
entre chalets que irá a buscar un viejo puente sobre la vía del tren. Luego más
chalets hasta el camino del cementerio donde una pinada me dejará pasado éste
en el inicio de la Senda dels Enginyers.
La senda va en suave pero constante
subida y excepto un par de puntos complicados con piedra viva en el camino y
alguna estrechez que pone la caída de la ladera demasiado cerca, no hay más
problema para rodar por aquí. Eso sí, al final se nota que casi todo el rato
vas tirando de potencia pues las piedras son pequeños muros que hay que ir
superando a cada pedalada. La zona afectada por el fuego está en la parte media
y final de la senda por lo que el primer tramo pasa bajo un precioso bosque de
pino.
Luego el paisaje se abre y deja ver el dibujo de la senda por la ladera
de la montaña mientras sube y se interna en las cabeceras de los barrancos que
surcan la sierra de la Filosa. En muchos tramos de la senda se pueden ver las
antenas que culminan la montaña. Llego al final de la senda incorporándome a un
camino que sube a la derecha y en pocos metros llega a un cruce sobre la cresta
de la montaña. Giro a la izquierda para adentrarme en una pinada y asomarme
hacia el valle que recorre la parte norte de la sierra Mariola.
Allí está espléndida,
elevando sus cumbres hacia un cielo que parece querer acariciar. Buen lugar
para almorzar con estas soberbias panorámicas.
A mi derecha puedo ver la ermita
del Santísimo Cristo de Bocairent, adivinado parte del calvario que tengo que
subir. Al fondo el alto de la Cruz remata el horizonte aunque no tendré que
subir hasta él. Abajo, en el valle, la ermita de la Virgen de la Luz atrae mi
mirada y busco el camino que me llevará hasta ella. Tras el almuerzo y la
comprobación de que nada delata mi presencia allí sigo el camino llegando hasta
un cruce sobre el camino viejo de Onteniente a Agres que arrancaba en el camino
del cementerio de Onteniente, por donde he tomado la senda dels Enginyers. Este
camino recorre toda la cresta de la montaña dejando ver los dos inmensos valles
que se forman al norte y sur de la misma y teniendo unas vistas privilegiadas
sobre ambos, así como hacia el este donde las cumbres recortadas del Benicadell
son un faro constante para determinar la ubicación. En lugar de tomar el camino
principal doy un pequeño rodeo por un camino más deteriorado pero en bajada, lo
que no presenta ninguna dificultad y si un poco de emoción. Empalmo otra vez
con el camino pasando por un par de viejas masías y un par de no sé si viejas
pero sí restauradas, así como por una cuadra donde los caballos esperan para
recorrer los alrededores.
Unos campos de girasoles pondrán el toque colorista
antes de la llegada a la ermita. Tras esta visita giro a la derecha y me
incorporo a la vía verde del Xixarra, aquí asfaltada y compartiendo espacio con
coches. Cruzo la carretera de Alfafara a Bocairent y sigo este tramo recto para
abandonar la vía verde poco antes de llegar al pueblo.
Giro a la derecha, cruzo
la CV-81 y enseguida a la izquierda con la preciosa ermita de San Antonio ya a
la vista. Voy bajando hasta la entrada de Bocairent por el Pont Vell. Allí las
vistas del pueblo son algo increíble. El pueblo se apiña en el altozano compitiendo
por elevarse sobre la casa de al lado como las plantas buscando la luz. Me
siento observado por miles de ventanas, ojos cuadrados desde casas viejas,
abandonadas, en una ruina que grita en silencio pidiendo ayuda.
El único ojo
que parece vivo es el del puente, que tras cruzarlo adentra el camino pegado al
barranco en una subida casi imposible.
En el centro del pueblo se eleva el
esbelto campanario y a la parte derecha destaca, en lo alto de la montaña, la
ermita del Santo Cristo con su serpenteante calvario.
También son visibles
algunas ventanas de las casas cueva, cuya máxima expresión está al otro lado
del barranco en una pared vertical, siendo estas: Les Covetes dels Moros, una
de los mayores atractivos del pueblo, aunque atractivos rebosa por los cuatro
costados. Subo esta primera rampa dura para internarme en el pueblo llegando a
la preciosa plaza, girando a la derecha y bajando hasta el camino del calvario.
Otro puente sobre el barranco me deja a los pies de los caballos. El
tremendamente irregular firme empedrado me hará exprimirme a fondo en el primer
tramo de subida, al llegar al zigzag un escalón me obliga a bajar de la bici
para reanudar las pedaladas en el segundo tramo, otro escalón y otra vez lo
mismo, al tercero ya decido ir andando ante la exagerada fuerza que hay que
hacer para salvar los baches entre los adoquines y luego morir en un escalón.
Miro hacia arriba desanimado ante lo que me espera. El calvario vuelve a dar fe
de su nombre aunque también podría llamarse tortura. Primero la subida del
castillo de Xátiva, luego el tramo de la Nevera de Chóvar y ahora esto. Menudas
tres rutas casi seguidas que llevo. El ritmo es cansino y deprimente bajo un
sol de justicia que pesa como una losa y me ralentiza aún más.
A mitad de la
subida una pequeña capilla sobre la que me acurruco en la sombra para descansar
unos instantes antes de iniciar la parte final de la ascensión que me está
reventando. Llego arriba y a la sombra de un pino descanso antes de
maravillarme con las vistas que se abren ante mí. Espectacular toda la sierra
Mariola, la Filosa, el Benicadell, el Montdúver, la serra Grossa, la serra de
Corbera, estas últimas fundidas en una sucesión de montañas no identificables
pero que allí están. Con Luis estaría jugando a poner nombres a todos los picos
y medir distancias, a estar en desacuerdo y a no dar nuestro brazo a torcer
ninguno de los dos, para luego buscarlo en internet y mandarnos un correo
dejando caer que teníamos razón en esto o aquello.
A los pies de la ermita el
pueblo, del que me despido buscando un camino que se adentra en la sierra por
la parte trasera de la ermita. La rala vegetación de toda esta sierra pone un
punto de tristeza en la ruta. Luego el camino deja de ser camino para
convertirse en una sucesión de piedras emergentes del rojo suelo que me hacen
botar en las pequeñas bajadas y me obligan a tremendos golpes de potencia en
las subidas. Así llego al alto donde se ubica el V.G. de Subterránea para volver a gozar por última vez del paisaje montañoso que pronto desaparecerá de plano.
Justo
aquí ya se deja ver otra vez la Vall de Albaida y comienza una bajada
portentosa con curvas de herradura y otras más rápidas que permiten una
velocidad endiablada.
El firme, a pesar de la grava del camino no supone
demasiado peligro y permite buen agarre y apuradas de frenada hasta estar bien
encima de la curva. El fondo del valle se acerca deprisa con cada curva que
salva desniveles tremendos y me lleva hasta la carretera de Fontanars, donde
giro a la derecha y sigo bajando por asfalto y viento a favor rodando a más de
50 por hora. Aún estoy alucinando con la bajada pero visto lo visto creo que
hubiera hecho bien en hacer la ruta al revés, esta subida hubiera sido muy dura
pero con mejor firme que las otras subidas y el calvario de bajada no hubiera
sido un obstáculo insuperable, pero sin conocer el terreno tenía que elegir y
si esta subida hubiera estado mal… Busco en el “Treki” el desvío a la izquierda
que me lleve hasta unas pozas del río Clariano denominas Pou de l’Olleta.
Estas
pozas son otro bonito atractivo en el río Clariano, ni son tan grandes ni tan
cristalinas como las del Pou Clar pero no dejan de tener su atractivo en un
paseo junto al río. Salgo a la izquierda pasando por una urbanización y
adentrándome en un barranco, luego más chalets hasta llegar a un carril bici en
pronunciada bajada hasta el nivel del río. Unos tubos a modo de puente unen las
dos orillas y unas formaciones rocosas al estilo del Pou Clar dibujan sus
contornos contra el agua. Toca volver a subir la rampa y llegar a la carretera
para bajar hasta el parking donde está el coche con mi bocata, que bien me lo
he ganado.
Antes de partir un último vistazo a este idílico lugar.
Track de la ruta:http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=7259615
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