La ruta de hoy remonta su planificación a la ruta con Roda i
Pedal a la Muntanyeta del s Sants de Pedra de Sueca: http://rodaipedal.blogspot.com.es/2009/02/cronica-manises-muntanyeta-dels-sants.html En aquella ruta hablábamos de que Cullera no
estaba tan lejos. Evidentemente desde allí no, pero llegar hasta allí desde
Manises como lo hicimos aquel día tocando por primera vez los 100Km. más la ida
y vuelta a Cullera suponía un reto inasumible en aquel lejano pasado de
principios de 2009. Como ha cambiado la cosa en estos años. Pues bueno, aquel
reto siempre quedo ahí en “stand by” pero cada día más latente. El caso es que
desde la venta del grandote y la dificultad para trasportar la gorda con el
nuevo coche, tenía planeada una serie de rutas largas que salían desde casa
para no tener necesidad del coche.
El reto estaba previsto saliendo desde casa, y al llegar a
Cullera coger el tren y volver hasta Benetússer, allí hacer un tramo de enlace
y en San Isidro tomar otro tren hasta Loriguilla donde me esperaba el último
tramo hasta Riba Roja. Pero como ya tuvimos problemas en Renfe al preguntar por
el transporte hasta Barracas no me fiaba, ¿y si una vez en Cullera tenía
problemas para subir al tren con la bici, o en San Isidro? Pues nada, planifico
la ruta al revés y así si tengo algún problema lo tendré nada más salir de casa
y con todo el día para hacer una ruta alternativa, en el peor de los casos
desde Benetússer. Así que vistos los horarios
de los trenes que me tienen que llevar hasta mi destino final, y
comprobada la meteorología que se presenta juguetona esta semana, decido
aprovechar la ventana del jueves y lanzarme a la aventura. Vamos a relatarla.
A las 7.15 h. me pongo en marcha saliendo desde Riba Roja
hacia Loriguilla. Esta vez decido tomar la carretera ya que presenta un amplio
arcén y ya no es la ratonera aquella de la vieja carretera. No es que me guste
y esta vaya a ser la tónica a seguir a partir de ahora, pero hoy es una
excepción y así igual gano tiempo y puedo tomar el tren de antes. Los 8 Km. de
carretera los hago a buen ritmo entre un sol que poco a poco va desperezándose
y ganando altura y calor. Así que al llegar a la estación veo que he ganado los
minutos necesarios para adelantar un tren con respecto a lo previsto. Trayecto
en tren de lo más tranquilo hasta la estación de San Isidro, la antigua Vara de
Quart. Allí tengo opción de llegar hasta la estación del norte metiéndome por
toda Valencia o buscar un trayecto más tranquilo hasta la estación de Benetússer.
Además intuyo que de haber algún problema para subir la bici al tren será más
fácil tenerlo en Valencia donde hay más gente y puede ser más molesta la
presencia de una bici. Los poco más de 8 Km. los hago en buena parte por un
carril bici que presenta algunas faltas de señalización que pueden confundir un
poco a quien no conoce esta zona.
Una vez al otro lado del nuevo cauce otro
pequeño punto de confusión hasta que el GPS me pone sobre el trazo a seguir. El
carril bici muere al llegar al polígono industrial a la entrada de Picanya. En
realidad el carril bici sigue tras pasar el polígono en el mismo sentido que
llevaba, pero la falta de señalización te deja indefenso y sin carril bici que
si sigues hacia adelante volverás a encontrar como una casualidad. En este
punto giro a la izquierda y tomo la calle junto al polígono para adentrarme en Paiporta
tras cruzar una carretera y pegarme al barranco del Poyo o de Torrent. Aquí me
guio más por la intuición y lo poco que conozco esta zona que del GPS que con
tantas calles es difícil distinguir la línea del track de las líneas de calles
y carreteras y así llego a Benetússer y a la estación justo cuando pasaba el
tren que debía coger. Al final el tren que había ganado aquí lo he perdido por
lo que ya estoy otra vez en hora. A las 9.18 h. tomo el tren hacia Cullera sin
ningún problema y disfruto del plácido trayecto pasando junto a la albufera que
presenta una imagen, como siempre, deliciosa.
Poco antes de las 10.00 h. me pongo en marcha en Cullera. Sigo
en mismo sentido que traía con el tren para encontrar el río Júcar. Las barcas
de pescadores esperan en los amarres mecidas por la tranquila corriente del río
que solo se ve rota por el oleaje que crean las barcas que van y vienen. El
paseo por el puerto ni es paseo ni es acera sino una sucesión de obstáculos
puestos sin orden ni concierto para dificultar aún más la difícil labor de
pasear junto al puerto. El resultado es una tediosa travesía con algún que otro
lugar de olor inmundo, bueno, algo habitual en las calles de este país nuestro
que, lejos de oler a ajo que decía la Beckham y que ya quisiéramos, huele a
meados de perro, olor bastante más desagradable que el otro. Voy dejando atrás
el puerto y el pueblo para adentrarme por el espigón que encauza al río en su
unión con el mar.
Desde allí la vista de la bahía es un prodigio, un
escaparate, una llamada a gritos a los turistas para festejar esa religión de
sol y playa sin fin. La vieja Cullera queda a espaldas de la montaña, del mar,
casi escondida de la locura urbanística y veraniega que a pocas fechas se desatará aquí. Hacia
el sur las vistas se llenan con el Montdúver, y con el Montgó, ya metido en el
mar prometiendo toda la costa alicantina. Retrocedo para tomar un camino a la
derecha que me lleva hacia el inicio del paseo marítimo. Allí a la sombra de un
árbol me siento en un banco para almorzar y tomar fuerzas para la larga marcha
que me queda por delante. Ya con menos peso en la mochila me pongo en marcha
recorriendo el maravilloso paseo que ya va tomando vida pero que se puede
recorrer sin ningún problema en estas fechas y a estas horas de la mañana. Al
final no queda otra que salir a la carretera para llegar a la Illa dels Pensaments.
Desde aquella punta se tiene una vista privilegiada de toda la bahía con las
montañas al fondo, tras la desembocadura del Júcar.
Otra vez en movimiento para
llegar hasta el faro y tener desde allí unas impresionantes vista de todo el
Golfo de Valencia hasta las Islas Columbretes.
Y en el interior todas las
montañas de La Calderona, la Serra d’Espadan detrás y coronando todo este
macizo montañoso la picuda silueta del Penyagolosa. Y mientras tanto el mar a
lo suyo… batiendo contra la roca o la arena, o el cemento de las urbanizaciones
que le crecen tan cerca que a veces, cuando el mar se cabrea, se meten dentro.
Tras
unos momentos de contemplación sigo adelante hacia la ermita de San Lorenzo, por
el carril bici que hay junto al canal que desagua las aguas de los arrozales y
de la Bassa de Sant Llorenç que ya visitamos Roda i Pedal en la ruta: http://rodaipedal.blogspot.com.es/2008/12/crnica-cullera.html
Llego al final de este carril bici en una rotonda donde la estrecha carretera
hacia Valencia es una pequeña ratonera por la que no pienso meterme. Giro a la
izquierda, cruzo el canal que tenía a mi izquierda y enseguida a la derecha
siguiendo otra vez el canal. Aquí me adentro en la enorme superficie de arrozales
que, en distintos estadios de crecimiento, muestran una grandiosa alfombra
verde entre el fango de la tierra anegada.
Precisamente esa lámina de agua es
la que enamora en este tramo de la ruta creando duplicados de las montañas
reflejadas en su interior de plata y cristal.
Llego a un cruce donde el canal,
a mi derecha, se precipita catarata arriba hasta las acequias que lo alimentan
desde ambos lados del camino. Aquí sigo recto alejándome del canal. Un giro
cerrado a la izquierda y un poco más adelante otro igual pero a la derecha. El
tapiz verde es infinito, y con él metido en la retina llego hasta una carretera
a la que me incorporo hacia la derecha en una larga recta. Tomo el primer
camino a la izquierda por un camino similar al que acabo de dejar atrás. Así
llego hasta otro canal el cual no cruzaré, sino que tomaré el camino de la
derecha dejando el canal a mi izquierda hasta la entrada a Mareny de
Barraquetes, antigua pedanía de Sueca y hoy EATIM
Me adentro en la población buscando el mar, al que llego sobre el paseo
marítimo y allí, dejando al mar a mi derecha, pongo rumbo a Valencia recorriendo todo
el paseo hasta la gola del Perelló, una de las tres golas principales de La
Albufera.
Esta gola la cruzo a través de una moderna pasarela peatonal que
permite ver todo el puerto resguardado en los últimos metros del canal. Una vez
abajo de la pasarela un giro de 180 grados para pasar por un pequeño túnel bajo
la CV-500, la carretera entre la autopista del Saler y Sueca. Al otro lado de
la carretera me adentro en un entorno dominado por invernaderos, y ante la
puerta del tancat del Recatí me paso la entrada al creer que es una propiedad
privada. Tras unos metros retrocedo y tomo el camino que avisa de no adentrarse
en época de caza.
El camino muere en una acequia que habrá que cruzar sobre
unos tablones para retomar el camino al otro lado y girar bruscamente a la
izquierda y seguir el camino hacia la rotonda del Perellonet donde no queda
otra que tomar la carretera cruzando el puente sobre la CV-500 sin arcén. Ya al
otro lado ya retomo el arcén que hará algo más seguro el tránsito junto a los
verdaderos amos de las carreteras. Tal es mi ansia de abandonar la carretera
que tomo la salida del campo de golf para darme cuenta que mi salida es la
siguiente unos metros después. Reparado el error entro de lleno en el bosque de
la Devesa. Un espacio de una belleza increíble y una calma arrebatadora, que
recorro con tranquilidad disfrutando del entorno.
Se cruzan aquí muchos caminos
que recorren esta joya natural de incalculable valor medioambiental.
Descartando todos los caminos con los que me voy cruzando llego hasta un
parking, momento de tomar un camino a la derecha que llega hasta el lago
artificial: lo que debería haber sido un puerto deportivo en el megalítico
proyecto que allá por los años 70 del siglo pasado planeó el ayuntamiento de
Valencia para acabar con la Devesa y convertirla en hormigón; lo que no
consiguieron del todo entonces han vuelto a la carga unos años después
lográndolo, en parte, con la fallida, económica y en cuanto a gestión se
refiere, ciudad de las artes y las ciencias. Un espacio que en cualquier otra
gran ciudad europea generaría ingentes cantidades de beneficios económicos y
sociales a través de puestos de trabajo, en cambio aquí pasaremos varias vidas pagando el
desproporcionado "sobrecoste" de esta inmensa obra,… y lo que se ha quedado por
hacer, aunque presumo que no por cobrar.
Tras el lago cruzo la última de las grandes golas, la del Pujol. Me
adentro ahora en la zona que se llegó a construir y que incluye las monstruosas
torres de apartamentos, el hotel de lujo cerrado y el pueblo marinero.
Intento ganar aquí un poco de tiempo imprimiendo velocidad a mi rodar.
Luego voy pasando
junto al cordón dunar recuperado a aquel paseo marítimo que se construyo en
elevación y con chiringuitos abajo a lo largo de kilómetros hasta el centro
deportivo de El Saler. Junto a este giro a la izquierda hasta una rotonda en la
carretera, antes de tomar la carretera aparece el carril bici y ya siguiéndolo
a la derecha me vuelvo a adentrar en la pinada hasta que esta desaparece, y en
su lugar aparece a la derecha el mar y a la izquierda una sucesión de campos de
cultivo.
Este carril ya no tiene pérdida hasta la playa de Pinedo, una playa
muy sucia y degradada hace años y recuperada y muy cuidada hoy, a pesar de
estar junto a la desembocadura del nuevo cauce del río, la acequia y el puerto,
tanto deportivo como del puerto de Valencia.
Llegado al río sigo el carril bici
cruzando el plan sur y adentrándome junto a la autovía del Saler hasta La CAC.
Allí tomo los caminos del viejo cauce del Turia bajo la eterna arboleda que
domina este inmenso e imponente parque.
Este me deja directamente en el nuevo
parque fluvial que iré recorriendo con la admiración que siempre despiertan
estos dos espacios tan distintos y tan unidos entre sí. No me extenderé mucho
en contar las virtudes de estos jardines y parque fluvial ya que están mucho
más que contadas en este blog en otras muchas rutas por la zona.
Solo destacar
la parada para comer en Quart de Poblet,
en la zona habilitada junto al río y que fue la primera zona en abrirse al
nuevo parque. Un pequeño descaso que viene bien a las piernas que ya empezaban
a mostrar síntomas de fatiga. Lo peor será volver a ponerse en marcha y
acomodar las posaderas al sillín, esto ya no será posible en lo que queda de
ruta y el no saber cómo sentarme será una constante hasta el final.
La nota
negativa es ver el desastre del incendio del sábado 17/05/2014 que se ha
llevado por delante, no solo el cañar, ya que este se regenera pronto, sino
también una buena parte de la pinada junto al puente del By Pass y ha afectado
a los grandes chopos y olmos de la zona, veremos hasta que punto. Desde ahí
como un tiro a casa rodando rápido a la hora de la comida y que me deja el camino casi para mí solo.
Track de la ruta:http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=6967063
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tus comentarios sobre la entrada. Puedes opinar, estar de acuerdo o no con los comentarios y opiniones pero por favor se respetuoso en tus comentarios.