Iniciaba
esta ruta que se resistía desde hacía muchíiiiiisimo tiempo. Demasiado había
esperado esta cumbre a ser coronada. Por fin era el día.
Llegaba
a Dos Aguas, concretamente a la salida del pueblo en dirección Millares, poco
después de dejar el pueblo hay un camino en subida a la izquierda y poco
después un sitio en el que aparcar, allí arrancaba la ruta. Descargada la bici
me ponía a pedalear en subida, llegado el camino a la derecha ya en fuerte subida
porque la rampa de inicio se las trae. Un par de zigzags después sale un camino
a la izquierda sin asfaltar que es por el que me meto.
Voy ganando proximidad
al pueblo que veo ahora en perspectiva, casi a vista de pájaro. Este camino se
mete en la umbría de la sierra del Caballón por lo que a primera hora y con un
poquito de viento la sensación térmica invita a ponerse una manguita. Es lo que
hago mientras busco una buena posición para una foto del pueblo. Sigo el camino
que está en muy buen estado, creía que estaría más roto. La pena es que la
vegetación, o mejor dicho los árboles, han desaparecido. Restos del brutal
incendio de 2012; madera carbonizada, piedras chamuscadas y una sensación de vacío
ante las montañas desnudas que solo los arbustos no son capaces de mitigar. Aun
así los pobres romeros hacen lo que pueden. El camino va subiendo de forma
progresiva. Se ve más si me fijo en la carretera al otro lado del barranco,
aquella parece subir más aunque no es así.
Voy acercándome a la cabecera del
barranco donde este camino se une a la carretera y justo enfrente el camino de
subida al pico del Ave junto a la masía del Collao. Una cadena cierra el paso a
vehículos. Comienza una subida de casi 6Km. a poco más del 7% de desnivel medio
y con rampas, sobre todo al final, entorno al 15%.
Unos metros más adelante
otra barrera bajo un grupo de árboles que serán de los pocos que hay en toda
esta montaña. El viento, a pesar de ser poniente, refresca la sudada piel dando
una sensación del fresquito propio de la época, lo que hace que no pueda
quitarme la camiseta a pesar de estar en plena subida, pero es que aún no estoy
protegido por la montaña. Un giro pronunciado a la derecha me dejará mirando de
frente la gran mole rocosa y ya algo más protegido del viento quitarme la
camiseta que necesitaré arriba mientras almuerzo.
Sigo ganando altura en un
entorno ondulado que, con el contraluz parece dibujado sobre el azul de las
montañas y, aún resalta más ante la ausencia de árboles. Barrancos que arañan
la piel de la tierra mientras se derraman, como un lento lamento, resecos,
hacia el Júcar. Algunos de estos barrancos vierten sus aguas hacia el norte al
río Magro, pero a su vez este es deudor del Júcar allá en Algemesi. Esta
perspectiva de los barrancos crece, mejor dicho se multiplica, conforme voy
ganando altitud. Pronto, por encima de la sierra del Caballón aparece el
Caroche, que será la cumbre más reconocible durante un buen rato de ascensión.
Luego aparece la parte de la subida que está asfaltada coincidiendo con los
tramos de pendiente más fuertes.
Tras una curva de 180º se adivina la rampa
final con la caseta de vigilancia arriba. El viento empieza a pegar otra vez
con fuerza al salir de la protección de la montaña. Ya arriba busco un poco de
protección tras el vértice geodésico, pero el viento es tan racheado que apenas
noto la diferencia. Me pongo el paravientos que algo hará. Mientras voy
preparando el banquete que me voy a dar en forma de bocata, cerveza y vistas
panorámicas adivinando montañas, cumbres, valles, pueblos, embalses, etc.
Impresionante
el paisaje. Soberbio. Lástima que el día no acompañe en cuanto a claridad pues
sería disfrutar de un horizonte incomparable.
La altura y ubicación de esta
montaña permite una visión de 360º para mí inigualable: desde la albufera y la
costa hasta Javalambre o la sierra de Gúdar, estas muy desdibujadas por la distancia y/o mimetizadas
con otros picos más cercanos como el pico del Buitre.
Inconfundible el Penyagolosa,
el pico Pina, la sierra de Espadán y la Calderona, la Rodana y Perenxiza, los
picos Nevera, Negrete, 5 Pinos, Ropé, Tejo, Montote, Ñoño, Caroche, Serra
Mariola, Montcabrer, Menetjador, Montgó, Montdúver, Benicadell, Aitana, la
Serrella, L’Aixorta, sierras
de Palomeras y el Boquerón y un largo etc.
Los embalses de Forata y Tous, la balsa de
la muela de Cortes y bajo ella el pueblo de Cortes de Pallás, donde sin verse
se adivina su embalse. Creo que es el mejor mirador al que se puede acceder,
sin ninguna duda el mejor que he subido hasta la fecha, ya que se halla en el
centro de las montañas que conozco. De estar aquí con los compañeros estaríamos
discutiendo si lo que vemos allí es esto o aquello sin ponernos de acuerdo y
sin dar nuestro brazo a torcer hasta que ya en casa una medición en google
earth nos diera la razón a uno de nosotros. Es lo que siempre hacemos, es lo que
nos gusta, las puyas, las discusiones y la controversia, pero siempre desde el
buen rollo, unas risas que nos echamos.
Sigo haciendo un barrido a todo el
paisaje. El camino de subida raya la montaña y se deja ver tanto lo que subido
hasta ahora, también al otro lado del barranco, como la parte que me queda por
subir de la sierra del Caballón por la parte de la umbría. Tiro unas cuantas
fotos más a ver si la cámara capta lo que el ojo no ve pero, vistas las fotos mientras
escribo la crónica, fue completamente al revés. Acabo de disfrutar las
panorámicas y me dispongo a bajar sin quitarme el paravientos; no voy a coger
mucha velocidad en la bajada así que no me molestará y me evitará enfriarme.
Voy calmando el ímpetu que la Zesty pone en cada bajada y tiro de freno más de
lo que a ella (y a mí) nos gustaría, pero la prudencia se impone. Llegado a la
parte en que vuelvo a tener la montaña a mi izquierda es el momento de quitarme
algo de ropa y disfrutar por última vez de la visión cercana de esta mole.
Llego a las cadenas y después a la carretera que tomo a la izquierda en suave
subida hasta el puerto del Real. Al poco de coronar un camino a la derecha que
sigue subiendo. Es el que veía desde arriba de la cima. El desértico paisaje,
la solitaria carretera, la montaña como un hito… y los melancólicos rasgados y
tensos solos de guitarra de Ry Cooder golpean mi imaginación… route 66,
Paris-Texas… ya tengo melodía.
Aquí
los estragos del incendio son todavía más visibles y el camino está en peores
condiciones. Antes de la curva paro, ahora sí, para el último vistazo, tras la
curva la sierra se interpondrá y ya no tendré más visión de esta montaña. Giro
y entro en otro paisaje.
Al frente, pero que irá quedando a la izquierda, la
cima del Colaita. Al poco de girar un susto que no me esperaba. En un camino
que se adentra en la montaña dos astados me miran con la misma cara de sorpresa
que yo a ellos. Pero además de lo inesperado yo les tengo miedo. El caso es que
no sé si eran toros o vacas. Tampoco es que me parara a averiguarlo, por si
acaso hice un buen tramo de subida a buen ritmo para poner tierra de por medio
en caso de que les diera por salir a dar una vuelta. Las plastas en el camino o
las huellas de las pezuñas en el barro del camino, me hicieron pensar que no lo
había “flipao” y que eran más verdad de lo que me gustaría. Otro susto como el
mes pasado en: http://bikepedalvalencia.blogspot.com.es/2016/09/la-virgen-de-la-vega-penarroya-gudar.html
el caso es que hago este tramo de
subidita hasta asomar por la parte sur de la sierra y comenzar la “bajada”.
Tras la insufrible subida andando de antes de ayer en la anterior ruta (ver
entrada anterior del blog) comienza esta bajada de igual forma, pero al menos
voy de bajada, que siempre es más descansado.
No es que el camino esté roto, es
que el correr del agua a lo largo del tiempo ha abierto grietas que parecen
barrancos. Hay algunos tramos que
arriesgando un poco se pueden incluso bajar, pero cuidado porque una caída sí
que sería un buen revolcón y no lo de las vacas. En cualquier caso el tramo
malo es de algo más de 1Km. y sabiéndolo se pasa rápido.
Cuando camino se hace
bueno hay que fijarse al otro lado del barranco pues aparecen los abrigos que hay
en la zona. La senda que llega hasta ellos se ve bien definida y no es muy
larga, pero me voy a conformar con verlas desde aquí y dejar la visita para una
excursión senderista más adelante visitando también otras cuevas de la zona.
Sigo
bajando hasta un depósito de agua tan seco como el propio monte, a continuación
la carretera que, a la izquierda se adentra en la sierra del Caballón y, a la
derecha me hará completar el círculo y volver hacia Dos Aguas. Este camino pica
ligeramente hacia arriba y luchar contra la pendiente y viento al mismo tiempo
no es de lo que más me gusta. Buscando la bajada me paso el desvío a la
izquierda que lleva al mirador de la Ceja sobre el Júcar y Millares al otro
lado del río. Me da rabia haber dejado escapar esta oportunidad pero quedará como
excusa para volver en esa ruta senderista. Un último repecho y llego a la
bajada. No hay duda.
Sobre todo destacar las vistas que se desploman sobre un
acantilado imposible. Otra vez la bruma y la posición del Sol estropearán lo
que de otra forma sería un mirador impresionante. Allá abajo se ve la carretera
que va hacia Millares antes de cruzar el puente.
Sobre las montañas al otro
lado la carretera que seguí en la ruta: http://bikepedalvalencia.blogspot.com.es/2014/05/millares-otonel-miradores.html
Casi arriba del todo un pequeño grupo de pinos en una especie de granja. Allí
justo a la derecha arranca el camino por el que llegué al mirador sobre la
presa del Naranjero. Casi perdido, en medio de las montañas, se mimetiza y
pasaría desapercibido de no saber que está allí, el castillo de Coves,
espectacular en su emplazamiento. Más cercano el precipicio, con una caída
vertiginosa que afina ese miedo profundo y reverencial que afina el ver la
carretera por la que tengo que bajar tan pegadita al abismo.
Solo me resta
bajar hasta el coche, a ser posible de la manera más rápida aunque no sea la
más corta. A la derecha la montaña pasa ante mis ojos a gran velocidad pero a
la izquierda el siempre cambiante paisaje abierto del gran barranco es tan
hipnótico que me obliga a moderar aún más la velocidad pues voy mirando el
paisaje más que la propia carretera. Tampoco hay que perder de vista las
innumerables rocas que hay en la carretera debido a desprendimientos de las
paredes casi verticales que caen sobre el camino. Vuelvo a tener en algún
momento el pueblo de Dos Aguas a la vista, esto es señal de que la ruta se
acaba. Cierro el círculo sobre el camino que tomé esta mañana a la izquierda y
ahora queda a mi derecha, un par de curvas después llego a la carretera dando
por terminada la ruta de hoy. Un bocata y un refresco antes de volver a casa y
rememorar por el camino las pedaladas acumuladas en las piernas.
Track de la ruta:
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