Casi un mes después de la última
aventura abordo hoy otra ruta grandiosa. Hace unos años esta ruta hubiera sido
impresionante con las enormes arboledas de los montes cercanos. Hoy, con el
incendio de hace 2 años metido en cada rincón de esta sierra se hace difícil y
cruel atravesar un paisaje asesinado y que aun así no deja de mostrar bellos
rincones, qué hubiera sido con todo un pinar cubriendo de vegetación las
montañas. Vamos al tema.
Llevo algunas semanas con ciertos
pensamientos que bullen en mi cabeza y con un estrés creciente del que intento
liberarme a golpe de pedal, pero cuesta arriba algunos de estos pensamientos
pesan menos y suben conmigo; los que logro despejar se quedan en la parte baja
de la montaña y consiguen atraparme cuando bajo, así que me libro de pocos de
ellos y la tensión va en aumento día a día, pero voy a intentar librarme de
ellos.
Cargo el coche y salgo hacia Andilla
atravesando las quemadas montañas, tomo el último desvío hacia La Pobleta y
allí busco la fuente de la Tejería.
Un bonito paraje que me servirá para comer
a la vuelta de la ruta. Ya sobre la bici hago la brutal bajada hacia la aldea
de La Pobleta, un tramo corto pero de una intensidad brutal si tienes que
subirlo en la bici, no será el caso así que respiro aliviado ante este hecho. Antes
de llegar al pueblo giro a la izquierda por un camino que pasa junto a la
piscina y continúa ya en subida hacia la Cruz de la Horca, dejando a cada lado
de la montaña, La Pobleta al oeste y Andilla al este. De ahí un sendero baja,
por el camino real, hacia el molino viejo y el puente medieval.
Tras el puente
el camino sube hacia Andilla en un estado algo penoso, tanto que en ciertos
momentos llega a desdibujarse entre pedruscos y hierbajos que crecen sin
control y ciegan el camino. La última rampa, una vez localizado el camino es un
tanto dura pero cortita, así que nada importante. Me adentro en el pueblo
callejeando hacia la iglesia. Un enorme campanario corona la iglesia y sirve de
guía para no perderse. En la parte alta del pueblo la redonda ermita de Santa Inés
confunde sus formas con la pétrea cima de la montaña que también alberga los
restos del castillo de origen musulmán.
Una bella estampa que me obliga, tras
cruzar el puente a detenerme, mirar atrás, contemplar el entorno y decidir que
es un buen lugar para almorzar y recargar fuerzas para la subida que me espera.
Almuerzo entre sol y sombra con la compañía de un vecino del pueblo que me
cuenta historias de la guerra, del frío que hacía antes, del brutal incendio de
agosto del 2012 y del tiempo que lleva sin llover; un viejo archivo de
recuerdos y anécdotas que ameniza mi fugaz estancia en el pueblo y que me llevo
de recuerdo para rumiar otras cosas en la lenta subida. Fin del bocata,
despedida y emprendo la subida junto a unas casas que es donde antes estaba el
antiguo lavadero, según me dice este vecino, el nuevo y moderno por lo visto
nada tiene que ver. El camino sube hacia el cementerio, y no me extrañaría que
alguno, después de la subida decidiera entrar. Pero el camino sigue subiendo, y
las vistas se van magnificando a medida que se gana altura.
Por suerte el
firme, en buenas condiciones permite una marcha tranquila y a buen ritmo, solo
roto por las paradas fotográficas para captar buenas instantáneas del pueblo o
más trágicas del paso del incendio, que sin llegar a arrasar todo a su paso en
esta parte sí que dejó un rastro de desolación tremenda, no es lo mismo que
cuando venía por la carretera pero el nudo del estómago no me lo quita nadie.
También
tengo vistas sobre la ermita de Bardés, que visitaré al otro lado del valle.
Sigo hacia
arriba entre curvas y contra curvas del camino y algún que otro tramo más duro
pero sin llegar a ser nada importante.
Llego a un pequeño depósito a la derecha
y ahí comienza la bajada hacia Canales. Una bajada sin mucho desnivel pero
constante y que te hace ganar velocidad progresivamente. Obtengo una buena
panorámica de la aldea y paro a hacer una foto; al ponerme en marcha consulto
en GPS para ver por donde entro al pueblo y sorpresa… el “treki” no está. Debe
de haber salido volando en algún punto de la bajada. Pues nada, 2.5Km. que tendré
que retroceder con los ojos bien abiertos hasta el punto donde he terminado la
subida, que es el último sitio donde lo he consultado. La subida, centrando mi atención
en la parte derecha del camino no sirve de nada, bajo despacio fijándome
también en la parte derecha para completar todo el camino, otra vez agua.
Inicio otro ascenso, ahora más meticuloso y fijándome ahora en el lado
izquierdo para así peinar los dos lados del camino de subida y de bajada. Al
final, casi a media subida lo encuentro detrás de unos grandes romeros que me
lo tapaban antes en la bajada y ahora, desde este lado se ha hecho visible. Tras
una primera inspección en la que no detecto ningún problema sigo adelante, pero
con más de una hora de retraso. Cruzo Canales y bajo por el GR10 hacia el
encuentro del GR7 que sube de Bejís. Giro a la derecha para seguir por el GR10
hacia la fuente del Señor.
Lo que en principio parecía un camino pronto empieza
a estrecharse hasta convertirse, en algunos tramos en una senda, con mucha
inclinación en algunos tramos y con alguna piedra suelta, pero sobre todo tierra
suelta que dificulta el agarre de las ruedas en frenada. Un tramo técnico pero
que se puede superar sin excesivas dificultades, o echando pie a tierra para
mayor seguridad en algún punto concreto. El tránsito junto al barranco me lleva hasta el área
recreativa de la fuente del Señor. Pero unos metros más abajo, siguiendo ya por
la pista, llego hasta el desvío que baja a la fuente.
El paraje es una
preciosidad, cobijado junto a unos muros de la montaña y expuesto a la
corriente del barranco que crea un pequeño salto de agua hacia una poza que
habrá conocido tiempos mejores, tanto por la cantidad del agua como por la
limpieza de esta, que con las pocas lluvias se ve estancada y sucia. Un pequeño
descanso y algunas fotos después continúo por el camino en bajada hacia
Andilla. Veré algún poste indicando cómo llegar al pueblo, yo sigo por el
camino buscando el giro a la derecha que me ponga mirando para arriba, hacia la
ermita de Bardés que es hasta donde tengo que llegar. No tardo en encontrar el
desvío ni en empezar a notarlo en las piernas.
El calor de justicia se ceba
conmigo en este tramo de subida lenta y tortuosa con algunas rampas intensas y
largas que se agarran bien. Todo bloqueado y aun así no logro que la bici
avance a un ritmo constante ni alegre. Dos kilómetros y medio después al 10 por
ciento de desnivel medio llego arriba, junto a la ermita a conectar con el
camino por el que GR10 llegaba hasta aquí.
Llego hasta la ermita para ver la
bonita construcción que se enclava en un mirador privilegiado sobre el valle de
Andilla. Casi por encima de Andilla la figura del Cerro Simón y los molinos
eólicos. Hago aquí un apaño para sujetar el GPS y que no se caiga más pues
ahora toca la parte de la bajada. Y con la hora que es voy a buscar una
alternativa que según los mapas no me quedaba clara. Dejo atrás la ermita y continúo
el camino hacia el oeste.
Poco después llego a una zona de cinglos en los que
se oyen y se ven las rapaces sobrevolar las escarpadas paredes de piedra y
mimetizarse con ellas cuando se paran.
También veo el camino del que no había
noticias en los mapas pero que evidentemente está ahí y parece que baja hacia
la zona donde tengo el coche. Todo sea que una vez abajo no haya salida y me
toque volver a subir y perder más tiempo todavía, pero de todos modos lo voy a
intentar pues parece una bajada rapidísima, además cuando he aparcado antes he
visto que el camino continuaba subiendo y espero que sea el mismo, voy a verlo.
Sigo pedaleando bajo los torreones de piedra y poco después llego al desvío a
la izquierda que me lleva junto al camino que desciende con el barranco de la
Barchesa a la izquierda. La flechita del GPS me dice donde estoy pero sin
seguir ningún camino, la bici dice lo contrario y baja endiablada levantando
surcos de tierra rojiza y metiéndose en ocasiones en trampas de arena que
desestabilizan y frenan el avance. Curvas de herradura en la primera parte de
la bajada y luego curveos rápidos y más suaves conforme me voy acercando al
fondo del barranco. Los chopos ya empiezan a estar por encima de mí y el camino
sigue, esto me lleva a pensar que más pronto que tarde veré el área de recreo
donde he aparcado y por fin podré comer y descansar después de la dura
ruta.
Llego al coche por fin con la
alegría de no tener que remontar esta bonita bajada que me he marcado para
terminar la ruta, apagar el GPS y no poder volver a encenderlo será todo una,
por lo que la ruta colgada en wikiloc es una ruta dibujada sobre el mapa, por
lo que los datos no son del todo fiables aunque sí orientativos, la ruta es la
real realizada por mí.
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